Hola a todos! Aquí les dejo una ponencia que presenté este año en el IV Coloquio de Estudiantes de Filosofía: "Los lugares de la Filosofía" que se llevó a cabo en mi alma mater y casa de estudios: la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Participé en la última mesa titulada: Lenguajes de la Filosofía.
Saludos!
“¿TENEMOS UN FILOSOFAR ANTIGUO?: MESOAMÉRICA[1]”
“… desde los primeros que filosofaron: en efecto, los hombres-
ahora y desde el principio- comenzaron a filosofar al quedarse maravillados
ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que comúnmente causa
extrañeza y después al progresar, poco a poco, sintiéndose perplejos también
ante las cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades de la
luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo.
Aristóteles, Metafísica 982b-12-16.
RESUMEN
En esta reflexión se encontrara un desarrollo de la interrogante
que sigue siendo debatida por muchos filósofos e historiadores: ¿hubo o no una
filosofía nahua autentica antes de la llegada de los españoles en 1521? Tomando
como referencia que Mesoamérica es la región que nos pertenece y, “abarca
de norte a sur desde el actual estado de
Sinaloa y los ríos Lerma y Pánuco, hasta lo que hoy es Costa Rica”[2], este trabajo pretende
tomar como referencia la parte central de Mesoamérica.[3]
·
PALABRAS CLAVE: PENSAMIENTO, REFLEXIÓN, IDEAS, COSOMOS,
CONCIENCIA.
¿Tenemos un filosofar antiguo en Mesoamérica? esa es la interrogante del presente texto, que por mucho tiempo
me ha perturbado, puesto que siempre hemos estudiado a las diversas culturas de
occidente. Hoy he decidido indagar sobre esta cuestión.
El presente trabajo pretende fundamentar
una aseveración de la existencia de una filosofía antigua de carácter
mesoamericano antes de la llegada de occidente en 1521, pero no su mero origen como
entendemos la filosofía occidental, sino el origen de nuestra filosofía desde
sus antepasados, es decir, no institucional, ya que, como nos expone el profesor Mario Magallón Anaya en su libro
titulado Dialéctica de la Filosofía
Latinoamericana, una filosofía en la historia: “El pensamiento indígena es una parte de la historia de nuestras
ideas”[4]y por consiguiente es de
suma importancia el conocimiento de la misma.
En primera instancia
debo plantear que entiendo por filosofía para así poder explicar, a través de
todo el texto, por qué llamo filosofía al pensamiento de los pobladores de
estas tierras. Para ello cito al filósofo
Leopoldo Zea que en su “Introducción: sobre el concepto de filosofía” dentro de
su texto Introducción a la Filosofía
nos dice que: “Si entendemos por filosofía una forma de pensar y concebir la
existencia y el cosmos como una explicación de los grandes problemas
existenciales y la comprensión de ellos en un mundo cambiante, es posible
afirmar que todo ser humano, sin importar la región geográfica, filosofa”.[5]
Pues se debe tener en
cuenta que la filosofía más que una profesión, es una forma de pensar y de
vivir, lo que se puede considerar la profesión es su enseñanza, pero el
filosofar es propio del hombre, pues Aristóteles ya lo decía en Metafísica: “[…] desde los primeros que
filosofaron: en efecto, los hombres- ahora y desde el principio- comenzaron a
filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer
momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y después al progresar, poco a
poco, sintiéndose perplejos también ante las cosas de mayor importancia, por
ejemplo, ante las peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante
el origen del Todo.”[6]
En otras palabras puedo resumir que la
filosofía es mantener abierta la posibilidad humana de preguntar, para poder
llegar a una explicación vía argumentativa que dote de sentido a nuestra
existencia, pero ésta es acorde con su contexto, con su cosmovisión y con su
forma de vivir.
A lo largo de la investigación he encontrado ciertos argumentos
en pro y en contra sobre la respuesta a tal cuestionamiento. Por un lado están
los que piensan en que realmente nunca hubo una filosofía en las culturas
mesoamericanas y sólo hacen referencia a un pensamiento mítico o religioso. Por
otra parte también se encuentran los que afirman un desarrollo filosófico de carácter
nahua, lo cual veremos a continuación.
I.
ESTADO DE LA CUESTIÓN
Algunos filósofos importantes en al ámbito se han de dedicado a
indagar en el pensamiento de los antiguos hombres, todos cada uno de ellos han
dado a conocer su manera de pensar y de concluir ante aquel pensamiento.
Muchos de esos pensadores, han declarado que si existe un
pensamiento filosófico entre la cultura náhuatl, porque los hombres de aquella época buscaron
más allá de las simples respuestas religiosas y míticas, se preguntaron por su
existencia y por su ser, por ejemplo, Mario Magallón Anaya, Leopoldo Zea y
Miguel León-Portilla.
Sin embargo, hay otros filósofos que nos exponen que no pudo
haber existido ninguna filosofía ancestral, porque la final cada uno de los actos
realizados por los náhuas estaban regidos por el misticismo. Para una mejor comprensión de lo
analizado, expondré en un cuadro comparativo, las diferentes posturas en torno
a esta cuestión. Empecemos con la parte negativa.
Iniciemos con las palabras del filósofo Augusto Salazar Bondy en su ensayo ¿Existe
una filosofía de nuestra América? plantea que “solo podemos afirmar la existencia de
la filosofía desde el siglo XVI ya que a partir de esta época podemos encontrar
creaciones que no se derivan de mitos y leyendas tradicionales y por ello
podremos fundamentar un contenido filosófico.”[7]
Otro filósofo que ha indagado en esta cuestión es Francisco
Larroyo que en su ensayo ¿Hubo filosofía entre los pueblos
precortesianos? que
expone lo siguiente: “El renovar la cuestión,[de la existencia de una filosofía
de éste tipo] así se promueva ahora entre un arsenal de documentos jamás
computados, significa un triple error: 1° el desconocimiento de los aportes de
la antropología filosófica; 2° una concepción estática, rígida de las ideas; y
3° de la metodología histórica falsa, de vieja usanza.”[8]
La postura de este filósofo frente a la existencia de la
filosofía precortesiana, puede resumirse de la siguiente manera, en palabras de
José Manuel Villalpando Nava: “Hay que fundamentar la supuesta filosofía
náhuatl, como explicación racional de la cultura; si se logra eso, hay que
asumir un criterio dialéctico en el reconocimiento de la tal filosofía; […] Mientras eso no sea, no es
posible reconocer una filosofía atribuida dogmáticamente, pero sin bases”[9].
Otro filósofo que debemos citar es Samuel Ramos ya que presenta
una opinión respecto a esta discusión en
su texto: Historia de la Filosofía en
México opina que sin dejar de reconocer sus aportaciones y grandezas éstas
no son suficientes para afirmar que entre estos pueblos haya existido una
filosofía[10].
Al leer detenidamente estas citas y planteamientos pude
encontrar las siguientes similitudes: tal parece que estos tres pensadores
coinciden en que de un pensamiento mítico no puede surgir una explicación
racional y objetivo, pues el mito, tal y como lo conocemos ahora, implica una
serie de dogmas y creencias que hoy sabemos que no son verdaderas. Aquí cabe
destacar que no debemos tomar el mito como lo conocemos ahora, pues los
antiguos no sabían que esa serie de razonamientos carecían de sustento.
Debemos tomar en cuenta dos aspectos: el primero sería que el
concepto de pensamiento objetivo viene de una concepción occidental referente a
una abstracción, que implicaría un paso adelante al de mito, pero no podemos
apelar a éste debido a que estamos hablando de una forma de filosofar distinta
a la occidental en donde se iniciaba a tratar de hacer abstracciones, como la
metafísica empleada en los poemas que abordaré mas adelante, que iba poco a
poco superando esta visión mítica.
En cuanto al segundo, se
debe entender al mito como una forma antigua de razonamiento que posibilitaba
una explicación de acuerdo con su cosmovisión y su contexto, es decir, como una
especie de pensamiento “pre-lógico” que en su momento tenía un carácter lógico
para ellos. Pues bien lo dice Leopoldo Zea en su texto Filosofía Latinoamericana: “cada filosofía, vista desde fuera de su
horizonte nada nos dirá, sólo nos aparecerá como contradictoria; pero dentro de
su horizonte tendrá un sentido, un orden”.[11]
Es por ello que, Miguel León – Portilla, en su texto La Filosofía Náhuatl estudiada en sus
fuentes dedica una tesis completa defendiendo esta parte del planteamiento
de la cuestión y por tanto es una pieza clave en esta reflexión porque me ayudará
a fundamentar lo que trato de plantear en este texto diciendo que: “Son
filósofos quienes experimentan la necesidad de explicarse el acontecer de las
cosas, o se preguntan formalmente cuál es su sentido y valor, o yendo aún más
lejos inquieren sobre la verdad de la vida, el existir después de la muerte o
la posibilidad misma de conocer todo el trasmundo donde los mitos y las
creencias habían situado sus respuestas. Inquietarse y afanarse por esto es
filosofar en sentido estricto. Con base en la evidencia de los documentos
nahuas examinados al tratar de las fuentes, nuestra respuesta es decididamente
afirmativa”.[12] Esto es justamente lo que he tratado de
plantear desde el concepto de filosofía que he abordado anteriormente.
II.
DESARROLLO
E INDAGACIÓN
Hablaré ahora de su
cosmovisión y cómo podemos tener acceso a ella. Por lo que de ahí surge la
posibilidad de reflexionar la existencia de una filosofía de carácter nahua.
Los antiguos
mexicanos, al igual que los hombres primitivos de otras latitudes, se
enfrentaron a las fuerzas naturales que los maravillaron y también los hicieron
temer a cosas que no entendían, pero que los impactaban. Atribuyeron los
fenómenos de la naturaleza a múltiples fuerzas a las cuales concedieron
inteligencia y libre albedrio. Concibieron a los dioses para dar una
explicación a su mundo y a esas fuerzas, que imaginaron con características
humanas, pero dotados de un poder limitado.
Antonio Ibargüengoitia,
en su texto Suma Filosófica Mexicana
nos dice que: “Para conocer el pensamiento náhuatl hay que estar conscientes de
que los nahuas ignoraron por completo,
la expresión de las ideas en caracteres fonéticos y, por tanto, los testimonios
escritos que contenían los tesoros de su cultura, fueron expresados de manera
ideográfica, de tal manera que sus documentos muestran los acontecimientos por
medio de dibujos”[13]. La fuente en la que voy
a basarme es en los poemas, ya que,
es una de las fuentes más importantes para conocer el pensamiento prehispánico.
Dentro de este campo hay colecciones de los mismos y cantos épicos en los
cuales se relatan muchos conceptos fundamentales que el hombre náhuatl tenia
acerca del ser humano, del mundo que lo rodeaba y de sus relaciones con el ser
trascendente. En esta reflexión voy a tomarlos como referentes para indagar la
puesta en cuestión de la visión mítica.
III.
EL SABIO:
EL TLAMATINI
Tanto en la Grecia clásica como en Mesoamérica, no cualquiera
era el que se dedicaba al ejercicio del pensamiento, pues implicaba más que
pensar, más que dudar, sino que se tenía que contar con la experiencia de vida
para poder llegar a un desarrollo de pensamiento. Pues además de ser un gran
pensador, éste formaba a los demás con sus sabios consejos y aportaba grandes
cosas para la educación de la época.
“Este personaje es el tlamatini,
el sabio. […] Tlamatini es ‘el que sabe algo, el que conoce las cosas.’ Los que
ejercían la profesión de tlamatini […] eran precisamente quienes tenían la
preservación y transmisión de los testimonios de la antigua palabra.”[14]
La imagen del tlamatini era muy fuerte y a grandes
rasgos con una gran responsabilidad, fungían grandes cargos y éstos a su vez eran demasiados ya que como nos dice
Johansson en su texto “Ritos Mortuorios Nahuas Precolombinos” que en los códices Florentino y
Matritense explican los cargos de éstos
de la siguiente manera:
El sabio:[…]
Suya es la tinta negra, la
tinta roja, de él son los códices.
El mismo es escritura y
sabiduría.
Es camino, guía veraz para
otros.
Conduce a la personas a
las cosas, es guía en los negocios humanos.
El sabio verdadero es
cuidadoso y guarda la tradición.
Suya es la sabiduría
transmitida, él es quien la enseña, sigue la verdad.
Maestro de la verdad no
deja de amonestar.
Hace sabios los rostros
ajenos, hace a los otros tomar una cara [una personalidad].
Se fija en las cosas,
regula su camino, dispone y ordena.
Aplica su luz sobre el
mundo.
Conoce [lo que está] sobre
nosotros [y], la región de los muertos. [Es hombre serio].
Cualquiera es confortado
por él, es corregido, es enseñado.
Gracias a él la gente
humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza.
Conforta el corazón,
conforta a la gente, ayuda, remedia, a todos cura[15].
En este sentido, los antiguos sabios indígenas, más que seres
reflexivos y teóricos, eran hombres en busca de un conocimiento que les sirviera de puente hacia realidades
más sutiles o complejas. Pues “El tlamatini, en su profesión de maestro, de
muchas formas enseñaba, […] Entre otras […] hacía que sus discípulos comenzaran
por conocerse a sí mismos; con una metáfora se nos dice que, con tal propósito,
‘les ponía un espejo delante de sus rostros´”[16].
Eran hombres que estaban dedicados, a indagar en el pensamiento
de las antiguas doctrinas y de formar a los demás individuos. Ellos tenían la
idea de que la vida en la tierra, Tlaltipac
era efímera, fugaz y transitoria, ya
que, en algún momento todo iba a desaparecer por completo. Estas ideas la
encontramos plasmadas en los poemas.
Citaré algunos poemas que
me permitirán indagar en ésta cuestión para poder argumentar la existencia de
un pensamiento que va más allá de una explicación mítica. En primer lugar
citaré en palabras de Netzahualcóyotl el poema titulado Vida Fugaz:
¡Así es como vivimos!:
Breve instante a tu lado,
Junto a ti,
Autor de la vida:
Vine a que me conozcan aquí,
Sobre la tierra
¡Nadie habrá de quedarse!:
Plumas de quetzal se hacen trizas,
Pinturas se van destruyendo,
Las flores, se marchitan.
¡Todo es llevado allá a la casa del sol![17]
Ahora citaré otro poema, de autor anónimo:
¿Acaso hablamos de algo verdadero aquí, dador de la vida?
Sólo soñamos, sólo nos levantamos del sueño.
Sólo es un sueño…
Nadie habla aquí de verdad…[18]
Por último, citare un poema
que habla acerca de la existencia del hombre, la idea principal de este poema
es: “¿Acaso de verdad se vive en la
tierra?”, todo se acaba.
¿Acaso de verdad se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra.
Aunque sea de oro se rompe.
Aunque de plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra,
Sólo un poco aquí [19]
En estos poemas he encontrado que se habla de una
transitoriedad, es decir, hablan de un hecho que es fundamental, que el hombre
es efímero, que es finito, que no es inmortal. Esto es, a mi manera de ver, una
cuestión fundamental para hablar de una existencia del más allá. Son poemas que
comparten una angustia por plantearse el origen del devenir. Creo muy
particularmente a raíz de esta indagación que los antiguos pobladores trataron
de fundamentar un pensamiento más allá de un Dios, pues si hubiesen vivido
dogmáticamente, no se hubiesen planteado preguntas que son cruciales para ir
más allá de esa gran fuerza divina.
Su preocupación fue auténtica en tanto que todo hombre tiene la
facultad y la posibilidad de filosofar, reiterando lo ya expuesto, en cuanto, al
grado que dedicaron de sus vidas para alcanzar un conocimiento más allá la
divinidad. A los tlamatinime debe considerárseles filósofos, no en sentido
institucional, es decir, en sentido de hombres de “realización” es decir, que conocen
viendo y viviendo internamente. Ellos no escribieron para disertar, sólo
trataron de ver más allá de lo que se presenta.
Es clara la diferencia entre el pensamiento occidental y el
náhuatl: las dos son posturas distintas pero no por eso una es mejor o peor que
otra. Mientras el primero hace cada vez más compleja la explicación de su mundo
y su sentido, pues se trata de teorizar más; el otro trata de buscar y
fundamentar una explicación en un pensamiento mítico que muestra una evolución
en tanto que inicia a cuestionarlo. Ambas son parte del tránsito del hombre por
esta tierra, de su intento por explicarse lo más significativo que tienen ante
sí: su existencia, origen y destino. Cualquier hombre ha de valorar el esfuerzo
de otros seres que, como él, se afanan por entender el sentido de la vida misma
y el de la vida del hombre. Se puede decir que hay un cierto desarrollo de
filosofía ya que si regresamos a la definición dada al principio del presente
trabajo coincidiría ya que se está cuestionando la existencia del hombre y su
mundo.
IV.
CONCLUSIONES
Analizando, lo que pudimos destacar de estos tres expositores es
que al citar que “no hay suficientes bases
para afirmar la existencia de una filosofía náhuatl” se refieren a bases de la filosofía meramente occidental, por
lo cual es más que evidente que no hay un desarrollo filosófico por parte de
los nahuas. Es importante señalar que nosotros no estamos buscando propiamente
una similitud de filosofía occidental para poder afirmar que es una filosofía
autentica ya que, no sería del todo autentica porque está tomando bases de la
filosofía occidental.
El objetivo de esta reflexión es poder pensar un desarrollo filosófico
desde antes de la llegada de los españoles, siendo así que ya hay una
existencia de filosofía en occidente, aquí en Mesoamérica se iniciaba un
desarrollo filosófico es decir que profundizaban en preguntarse por el más allá
del hombre concreto, me refiero al origen y destino de éste, a partir de su contexto. No sólo se interesaron por registrar los
acontecimientos, el devenir de astros, pueblos e individuos, sino que
pretendieron comprender y tratar de explicar, en medida de sus posibilidades,
por qué los sucesos se desarrollaban de tal forma.
También se dieron cuenta
de que responder a las preguntas del sentido y de la finalidad, era posible
únicamente en relación con “el más allá” y la divinidad. La preocupación filosófica náhuatl no se
conformó con describir la acción humana, trato de ir a la raíz, al meollo de
este actuar. Lo fundamental fue dilucidar cuál era la verdad del hombre, es
decir, cuál era su destino siendo, como es, un ser que está de paso por la
Tierra.
En
sí el cuestionamiento planteado a lo largo de esta investigación, es muy
difícil de responder en un solo trabajo, ya que, siempre va a haber quien se sume
a expresar si hubo pensamiento filosófico en la cultura náhuatl o quien se
oponga a esta idea al exclamar que no era filosofía sino únicamente aquellos
hombres estaban regidos por un pensamiento mítico.
Conociendo así los dos argumentos en cuanto a esta cuestión
concluyo que la Filosofía es aquello que los hombres utilizamos para explicar
lo que pasa a nuestro alrededor a partir del ejercicio de la reflexión,
cuestionamiento y argumentación a partir de su contexto. Es pues una actitud
que el hombre posee ante la realidad y así poder conocerla y explicarla, más
que una profesión.
Me parece importante resaltar que nos resulta un poco inadecuado
comparar la filosofía de occidente con lo que fuera la filosofía náhuatl. De
inicio las circunstancias bajo las cuales se hicieron cada uno de estos
pensamientos fueron totalmente diferentes.
Partiendo de que existen diferencias y ciertas coincidencias, en
ambas no hay punto de comparación, ya que, la filosofía de occidente representa
las bases de la filosofía en general. Sin embargo, el que la filosofía
mesoamericana no sea idéntica a la de occidente, es decir, que parta de los
mismos supuestos y use una forma idéntica para llegar a la verdad, no quiere
decir que su propia existencia no figure como filosofía.
Pues, si generalizamos un poco, nos daremos cuenta que filosofía
no solo es la que se hizo en occidente, pues como lo he recalcado numerosas
veces, con anterioridad, filosofía es la manera en la que los hombres perciben
su mundo cosa que los antiguos mexicanos llevaron a cabo más de una vez pues
estaban convencidos que el mundo en el que vivían no era todo lo que existía.
Sin embargo, no se tiene con claridad una conclusión certera de la existencia
de la filosofía nahua, pero para mí no cabe duda que los tlamatinime fueron
filósofos de origen náhuatl y mesoamericanos.
[1]
Pineda García Thelma Zuleyma. Facultad de Filosofía y Letras UNAM. Estudiante del 3er semestre del Colegio de Filosofía
[2]
Delgadillo de Cantú, Gloria M. Historia
de México, Vol. 1 El proceso de gestación de un pueblo, p. 2
[3] Me referiré sólo a los
pobladores de Tlaxcala,
Tezcoco, Tlacopan, Teotihuacán y Tula, ya que, “por sus obvias semejanzas culturales y por hablar
una misma lengua, conocida como náhuatl, verdadera lingua franca de Mesoamérica, se ha optado por designarlos a todos
genéricamente como los nahuas”. También
indaga que el “florecimiento de ésta cultura fue desde los tiempos toltecas
hasta el esplendor final de los aztecas”. Prácticamente estamos hablando desde
el 1,050 d.C. hasta 1521 d.C. aprox., que corresponde a la caída de
Tenochtitlán.
Cfr. Miguel León-
Portilla, La Filosofía Náhuatl, estudiada
en sus fuentes, p.1 y “El Pensamiento Prehispánico” en Estudios de Historia de la Filosofía en
México, p. 11.
[4]
Mario Magallón Anaya, Dialéctica de la
Filosofía Latinoamericana, una filosofía en la historia, , p.17
[5]
Leopoldo Zea cit. por Mario Magallón Anaya, op.cit.,
p.00 Cfr. Leopoldo Zea, “Introducción: sobre el concepto de filosofía”, en Introducción a la filosofía, p.7-20.
[6]
Aristóteles, Metafísica 982b-12-16.
[7]
Cfr. Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una
filosofía de nuestra América?, p. 14-16.
[8]
Francisco Larroyo, “¿Hubo
filosofía entre los pueblos precortesianos?”, en Anuario de Filosofía, N° I, p. 11-19
[9]
Cfr. José Manuel Villalpando Nava, op.
cit. p. 32.
[10] Cfr.
Miguel León-Portilla, op. cit., p.
48.
[11]
Leopoldo Zea, Filosofía Latinoamericana,
p19.
[12]
Miguel León- Portilla, op. cit., p
55-56.
[13]
Antonio Ibargüengoitia, op. cit., p.
42-45.
[14] Miguel
León-Portilla, , Huehuehtlahtolli
testimonios de la antigua palabra, p. 9
[15]
Johansson K. Patrick. Ritos Mortuorios Nahuas Precolombinos,
p.23
[16]
Miguel León-Portilla, Huehuehtlahtolli
testimonios de la antigua palabra, p. 11
[17]
Romances de los señores de la Nueva España, fol. 28 v.
[18]
Miguel León Portilla, Trece poetas…., p
45 (Cantares mexicanos Fol.5 v y fol. 13.)
[19]
Miguel León Portilla, Trece poetas…., p
45 (Cantares mexicanos Fol.17v.)