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miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿TENEMOS UN FILOSOFAR ANTIGUO?: MESOAMÉRICA



Hola a todos! Aquí les dejo una ponencia que presenté este año en el IV Coloquio de Estudiantes de Filosofía: "Los lugares de la Filosofía" que se llevó a cabo en mi alma mater y casa de estudios: la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Participé en la última mesa titulada: Lenguajes de la Filosofía.
Saludos! 

“¿TENEMOS UN FILOSOFAR ANTIGUO?: MESOAMÉRICA[1]
“… desde los primeros que filosofaron: en efecto, los hombres- ahora y desde el principio- comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y después al progresar, poco a poco, sintiéndose perplejos también ante las cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo.       
                                         Aristóteles, Metafísica 982b-12-16.


RESUMEN
En esta reflexión se encontrara un desarrollo de la interrogante que sigue siendo debatida por muchos filósofos e historiadores: ¿hubo o no una filosofía nahua autentica antes de la llegada de los españoles en 1521? Tomando como referencia que Mesoamérica es la región que nos pertenece y, “abarca de  norte a sur desde el actual estado de Sinaloa y los ríos Lerma y Pánuco, hasta lo que hoy es Costa Rica”[2], este trabajo pretende tomar como referencia la parte central de Mesoamérica.[3]
·         PALABRAS CLAVE: PENSAMIENTO, REFLEXIÓN, IDEAS, COSOMOS, CONCIENCIA.
¿Tenemos un filosofar antiguo en Mesoamérica? esa es la interrogante del presente texto, que por mucho tiempo me ha perturbado, puesto que siempre hemos estudiado a las diversas culturas de occidente. Hoy he decidido indagar sobre esta cuestión.
El presente trabajo pretende fundamentar una aseveración de la existencia de una filosofía antigua de carácter mesoamericano antes de la llegada de occidente en 1521, pero no su mero origen como entendemos la filosofía occidental, sino el origen de nuestra filosofía desde sus antepasados, es decir, no institucional, ya que, como nos expone el profesor Mario Magallón Anaya en su libro titulado Dialéctica de la Filosofía Latinoamericana, una filosofía en la historia: “El pensamiento indígena es una parte de la historia de nuestras ideas”[4]y por consiguiente es de suma importancia el conocimiento de la misma.
En primera instancia debo plantear que entiendo por filosofía para así poder explicar, a través de todo el texto, por qué llamo filosofía al pensamiento de los pobladores de estas tierras. Para ello cito al filósofo Leopoldo Zea que en su “Introducción: sobre el concepto de filosofía” dentro de su texto Introducción a la Filosofía nos dice que: “Si entendemos por filosofía una forma de pensar y concebir la existencia y el cosmos como una explicación de los grandes problemas existenciales y la comprensión de ellos en un mundo cambiante, es posible afirmar que todo ser humano, sin importar la región geográfica, filosofa”.[5]
Pues se debe tener en cuenta que la filosofía más que una profesión, es una forma de pensar y de vivir, lo que se puede considerar la profesión es su enseñanza, pero el filosofar es propio del hombre, pues Aristóteles ya lo decía en Metafísica: “[…] desde los primeros que filosofaron: en efecto, los hombres- ahora y desde el principio- comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y después al progresar, poco a poco, sintiéndose perplejos también ante las cosas de mayor importancia, por ejemplo, ante las peculiaridades de la luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo.”[6]
En otras palabras puedo resumir que la filosofía es mantener abierta la posibilidad humana de preguntar, para poder llegar a una explicación vía argumentativa que dote de sentido a nuestra existencia, pero ésta es acorde con su contexto, con su cosmovisión y con su forma de vivir.

A lo largo de la investigación he encontrado ciertos argumentos en pro y en contra sobre la respuesta a tal cuestionamiento. Por un lado están los que piensan en que realmente nunca hubo una filosofía en las culturas mesoamericanas y sólo hacen referencia a un pensamiento mítico o religioso. Por otra parte también se encuentran los que afirman un desarrollo filosófico de carácter nahua, lo cual veremos a continuación.

I.                     ESTADO DE LA CUESTIÓN
Algunos filósofos importantes en al ámbito se han de dedicado a indagar en el pensamiento de los antiguos hombres, todos cada uno de ellos han dado a conocer su manera de pensar y de concluir ante aquel pensamiento.
Muchos de esos pensadores, han declarado que si existe un pensamiento filosófico entre la cultura náhuatl,  porque los hombres de aquella época buscaron más allá de las simples respuestas religiosas y míticas, se preguntaron por su existencia y por su ser, por ejemplo, Mario Magallón Anaya, Leopoldo Zea y Miguel León-Portilla. 
Sin embargo, hay otros filósofos que nos exponen que no pudo haber existido ninguna filosofía ancestral, porque la final cada uno de los actos realizados por los náhuas estaban regidos por el misticismo. Para una mejor comprensión de lo analizado, expondré en un cuadro comparativo, las diferentes posturas en torno a esta cuestión. Empecemos con la parte negativa.
Iniciemos con las palabras del filósofo Augusto Salazar Bondy en su ensayo ¿Existe una filosofía de nuestra América? plantea que “solo podemos afirmar la existencia de la filosofía desde el siglo XVI ya que a partir de esta época podemos encontrar creaciones que no se derivan de mitos y leyendas tradicionales y por ello podremos fundamentar un contenido filosófico.”[7]
Otro filósofo que ha indagado en esta cuestión es Francisco Larroyo que en su ensayo ¿Hubo filosofía entre los pueblos precortesianos? que expone lo siguiente: “El renovar la cuestión,[de la existencia de una filosofía de éste tipo] así se promueva ahora entre un arsenal de documentos jamás computados, significa un triple error: 1° el desconocimiento de los aportes de la antropología filosófica; 2° una concepción estática, rígida de las ideas; y 3° de la metodología histórica falsa, de vieja usanza.”[8]  
La postura de este filósofo frente a la existencia de la filosofía precortesiana, puede resumirse de la siguiente manera, en palabras de José Manuel Villalpando Nava: “Hay que fundamentar la supuesta filosofía náhuatl, como explicación racional de la cultura; si se logra eso, hay que asumir un criterio dialéctico en el reconocimiento de la  tal filosofía; […] Mientras eso no sea, no es posible reconocer una filosofía atribuida dogmáticamente, pero sin bases”[9].
Otro filósofo que debemos citar es Samuel Ramos ya que presenta una opinión respecto  a esta discusión en su texto: Historia de la Filosofía en México opina que sin dejar de reconocer sus aportaciones y grandezas éstas no son suficientes para afirmar que entre estos pueblos haya existido una filosofía[10].
Al leer detenidamente estas citas y planteamientos pude encontrar las siguientes similitudes: tal parece que estos tres pensadores coinciden en que de un pensamiento mítico no puede surgir una explicación racional y objetivo, pues el mito, tal y como lo conocemos ahora, implica una serie de dogmas y creencias que hoy sabemos que no son verdaderas. Aquí cabe destacar que no debemos tomar el mito como lo conocemos ahora, pues los antiguos no sabían que esa serie de razonamientos carecían de sustento.
Debemos tomar en cuenta dos aspectos: el primero sería que el concepto de pensamiento objetivo viene de una concepción occidental referente a una abstracción, que implicaría un paso adelante al de mito, pero no podemos apelar a éste debido a que estamos hablando de una forma de filosofar distinta a la occidental en donde se iniciaba a tratar de hacer abstracciones, como la metafísica empleada en los poemas que abordaré mas adelante, que iba poco a poco superando esta visión mítica.
 En cuanto al segundo, se debe entender al mito como una forma antigua de razonamiento que posibilitaba una explicación de acuerdo con su cosmovisión y su contexto, es decir, como una especie de pensamiento “pre-lógico” que en su momento tenía un carácter lógico para ellos. Pues bien lo dice Leopoldo Zea en su texto Filosofía Latinoamericana: “cada filosofía, vista desde fuera de su horizonte nada nos dirá, sólo nos aparecerá como contradictoria; pero dentro de su horizonte tendrá un sentido, un orden”.[11]  
Es por ello que, Miguel León – Portilla, en su texto La Filosofía Náhuatl estudiada en sus fuentes dedica una tesis completa defendiendo esta parte del planteamiento de la cuestión y por tanto es una pieza clave en esta reflexión porque me ayudará a fundamentar lo que trato de plantear en este texto diciendo que: “Son filósofos quienes experimentan la necesidad de explicarse el acontecer de las cosas, o se preguntan formalmente cuál es su sentido y valor, o yendo aún más lejos inquieren sobre la verdad de la vida, el existir después de la muerte o la posibilidad misma de conocer todo el trasmundo donde los mitos y las creencias habían situado sus respuestas. Inquietarse y afanarse por esto es filosofar en sentido estricto. Con base en la evidencia de los documentos nahuas examinados al tratar de las fuentes, nuestra respuesta es decididamente afirmativa”.[12]  Esto es justamente lo que he tratado de plantear desde el concepto de filosofía que he abordado anteriormente.
II.                 DESARROLLO E INDAGACIÓN
 Hablaré ahora de su cosmovisión y cómo podemos tener acceso a ella. Por lo que de ahí surge la posibilidad de reflexionar la existencia de una filosofía de carácter nahua.
Los antiguos mexicanos, al igual que los hombres primitivos de otras latitudes, se enfrentaron a las fuerzas naturales que los maravillaron y también los hicieron temer a cosas que no entendían, pero que los impactaban. Atribuyeron los fenómenos de la naturaleza a múltiples fuerzas a las cuales concedieron inteligencia y libre albedrio. Concibieron a los dioses para dar una explicación a su mundo y a esas fuerzas, que imaginaron con características humanas, pero dotados de un poder limitado.
 Antonio Ibargüengoitia, en su texto Suma Filosófica Mexicana nos dice que: “Para conocer el pensamiento náhuatl hay que estar conscientes de que los nahuas  ignoraron por completo, la expresión de las ideas en caracteres fonéticos y, por tanto, los testimonios escritos que contenían los tesoros de su cultura, fueron expresados de manera ideográfica, de tal manera que sus documentos muestran los acontecimientos por medio de dibujos”[13]. La fuente en la que voy a basarme es en los poemas, ya que, es una de las fuentes más importantes para conocer el pensamiento prehispánico. Dentro de este campo hay colecciones de los mismos y cantos épicos en los cuales se relatan muchos conceptos fundamentales que el hombre náhuatl tenia acerca del ser humano, del mundo que lo rodeaba y de sus relaciones con el ser trascendente. En esta reflexión voy a tomarlos como referentes para indagar la puesta en cuestión de la visión mítica.

III.               EL SABIO: EL TLAMATINI
Tanto en la Grecia clásica como en Mesoamérica, no cualquiera era el que se dedicaba al ejercicio del pensamiento, pues implicaba más que pensar, más que dudar, sino que se tenía que contar con la experiencia de vida para poder llegar a un desarrollo de pensamiento. Pues además de ser un gran pensador, éste formaba a los demás con sus sabios consejos y aportaba grandes cosas para la educación de la época.
“Este personaje es el tlamatini, el sabio. […] Tlamatini es ‘el que sabe algo, el que conoce las cosas.’ Los que ejercían la profesión de tlamatini […] eran precisamente quienes tenían la preservación y transmisión de los testimonios de la antigua palabra.”[14]
La imagen del tlamatini era muy fuerte y a grandes rasgos con una gran responsabilidad, fungían grandes cargos y éstos a su vez eran demasiados ya que como nos dice Johansson  en su texto “Ritos Mortuorios Nahuas Precolombinos”  que en los códices Florentino y Matritense  explican los cargos de éstos de la siguiente manera:
El sabio:[…]
Suya es la tinta negra, la tinta roja, de él son los códices.
El mismo es escritura y sabiduría.
Es camino, guía veraz para otros.
Conduce a la personas a las cosas, es guía en los negocios humanos.
El sabio verdadero es cuidadoso y guarda la tradición.
Suya es la sabiduría transmitida, él es quien la enseña, sigue la verdad.
Maestro de la verdad no deja de amonestar.
Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara [una personalidad].
Se fija en las cosas, regula su camino, dispone y ordena.
Aplica su luz sobre el mundo.
Conoce [lo que está] sobre nosotros [y], la región de los muertos. [Es hombre serio].
Cualquiera es confortado por él, es corregido, es enseñado.
Gracias a él la gente humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza.
Conforta el corazón, conforta a la gente, ayuda, remedia, a todos cura[15].

En este sentido, los antiguos sabios indígenas, más que seres reflexivos y teóricos, eran hombres en busca de un conocimiento  que les sirviera de puente hacia realidades más sutiles o complejas. Pues “El tlamatini, en su profesión de maestro, de muchas formas enseñaba, […] Entre otras […] hacía que sus discípulos comenzaran por conocerse a sí mismos; con una metáfora se nos dice que, con tal propósito, ‘les ponía un espejo delante de sus rostros´”[16].
Eran hombres que estaban dedicados, a indagar en el pensamiento de las antiguas doctrinas y de formar a los demás individuos. Ellos tenían la idea de que la vida en la tierra, Tlaltipac era efímera,  fugaz y transitoria, ya que, en algún momento todo iba a desaparecer por completo. Estas ideas la encontramos plasmadas en los poemas.
 Citaré algunos poemas que me permitirán indagar en ésta cuestión para poder argumentar la existencia de un pensamiento que va más allá de una explicación mítica. En primer lugar citaré en palabras de Netzahualcóyotl el poema titulado Vida Fugaz:
¡Así es como vivimos!:
Breve instante a tu lado,
Junto a ti,
Autor de la vida:
Vine a que me conozcan aquí,
Sobre la tierra
¡Nadie habrá de quedarse!:
Plumas de quetzal se hacen trizas,
Pinturas se van destruyendo,
Las flores, se marchitan.
¡Todo es llevado allá a la casa del sol![17]

Ahora citaré otro poema, de autor anónimo:
¿Acaso hablamos de algo verdadero aquí, dador de la vida?
Sólo soñamos, sólo nos levantamos del sueño.
Sólo es un sueño…
Nadie habla aquí de verdad…[18]

 Por último, citare un poema que habla acerca de la existencia del hombre, la idea principal de este poema es: “¿Acaso de verdad se vive en la tierra?”, todo se acaba.
¿Acaso de verdad se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra.
Aunque sea de oro se rompe.
Aunque de plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra,
Sólo un poco aquí [19]
En estos poemas he encontrado que se habla de una transitoriedad, es decir, hablan de un hecho que es fundamental, que el hombre es efímero, que es finito, que no es inmortal. Esto es, a mi manera de ver, una cuestión fundamental para hablar de una existencia del más allá. Son poemas que comparten una angustia por plantearse el origen del devenir. Creo muy particularmente a raíz de esta indagación que los antiguos pobladores trataron de fundamentar un pensamiento más allá de un Dios, pues si hubiesen vivido dogmáticamente, no se hubiesen planteado preguntas que son cruciales para ir más allá de esa gran fuerza divina. 

Su preocupación fue auténtica en tanto que todo hombre tiene la facultad y la posibilidad de filosofar, reiterando lo ya expuesto, en cuanto, al grado que dedicaron de sus vidas para alcanzar un conocimiento más allá la divinidad. A los tlamatinime debe considerárseles filósofos, no en sentido institucional, es decir, en sentido de  hombres de “realización” es decir, que conocen viendo y viviendo internamente. Ellos no escribieron para disertar, sólo trataron de ver más allá de lo que se presenta.
Es clara la diferencia entre el pensamiento occidental y el náhuatl: las dos son posturas distintas pero no por eso una es mejor o peor que otra. Mientras el primero hace cada vez más compleja la explicación de su mundo y su sentido, pues se trata de teorizar más; el otro trata de buscar y fundamentar una explicación en un pensamiento mítico que muestra una evolución en tanto que inicia a cuestionarlo.  Ambas son parte del tránsito del hombre por esta tierra, de su intento por explicarse lo más significativo que tienen ante sí: su existencia, origen y destino. Cualquier hombre ha de valorar el esfuerzo de otros seres que, como él, se afanan por entender el sentido de la vida misma y el de la vida del hombre. Se puede decir que hay un cierto desarrollo de filosofía ya que si regresamos a la definición dada al principio del presente trabajo coincidiría ya que se está cuestionando la existencia del hombre y su mundo.     
IV.              CONCLUSIONES
Analizando, lo que pudimos destacar de estos tres expositores es que al citar que “no hay suficientes bases para afirmar la existencia de una filosofía náhuatl” se refieren a bases de la filosofía meramente occidental, por lo cual es más que evidente que no hay un desarrollo filosófico por parte de los nahuas. Es importante señalar que nosotros no estamos buscando propiamente una similitud de filosofía occidental para poder afirmar que es una filosofía autentica ya que, no sería del todo autentica porque está tomando bases de la filosofía occidental.
El objetivo de esta reflexión es poder pensar un desarrollo filosófico desde antes de la llegada de los españoles, siendo así que ya hay una existencia de filosofía en occidente, aquí en Mesoamérica se iniciaba un desarrollo filosófico es decir que profundizaban en preguntarse por el más allá del hombre concreto, me refiero al origen y destino  de éste, a partir de su contexto.  No sólo se interesaron por registrar los acontecimientos, el devenir de astros, pueblos e individuos, sino que pretendieron comprender y tratar de explicar, en medida de sus posibilidades, por qué los sucesos se desarrollaban de tal forma.
 También se dieron cuenta de que responder a las preguntas del sentido y de la finalidad, era posible únicamente en relación con “el más allá” y la divinidad.  La preocupación filosófica náhuatl no se conformó con describir la acción humana, trato de ir a la raíz, al meollo de este actuar. Lo fundamental fue dilucidar cuál era la verdad del hombre, es decir, cuál era su destino siendo, como es, un ser que está de paso por la Tierra.
En sí el cuestionamiento planteado a lo largo de esta investigación, es muy difícil de responder en un solo trabajo, ya que, siempre va a haber quien se sume a expresar si hubo pensamiento filosófico en la cultura náhuatl o quien se oponga a esta idea al exclamar que no era filosofía sino únicamente aquellos hombres estaban regidos por un pensamiento mítico.
Conociendo así los dos argumentos en cuanto a esta cuestión concluyo que la Filosofía es aquello que los hombres utilizamos para explicar lo que pasa a nuestro alrededor a partir del ejercicio de la reflexión, cuestionamiento y argumentación a partir de su contexto. Es pues una actitud que el hombre posee ante la realidad y así poder conocerla y explicarla, más que una profesión.
Me parece importante resaltar que nos resulta un poco inadecuado comparar la filosofía de occidente con lo que fuera la filosofía náhuatl. De inicio las circunstancias bajo las cuales se hicieron cada uno de estos pensamientos fueron totalmente diferentes.
Partiendo de que existen diferencias y ciertas coincidencias, en ambas no hay punto de comparación, ya que, la filosofía de occidente representa las bases de la filosofía en general. Sin embargo, el que la filosofía mesoamericana no sea idéntica a la de occidente, es decir, que parta de los mismos supuestos y use una forma idéntica para llegar a la verdad, no quiere decir que su propia existencia no figure como filosofía.
Pues, si generalizamos un poco, nos daremos cuenta que filosofía no solo es la que se hizo en occidente, pues como lo he recalcado numerosas veces, con anterioridad, filosofía es la manera en la que los hombres perciben su mundo cosa que los antiguos mexicanos llevaron a cabo más de una vez pues estaban convencidos que el mundo en el que vivían no era todo lo que existía. Sin embargo, no se tiene con claridad una conclusión certera de la existencia de la filosofía nahua, pero para mí no cabe duda que los tlamatinime fueron filósofos de origen náhuatl y mesoamericanos.






[1] Pineda García Thelma Zuleyma. Facultad de Filosofía y Letras UNAM.  Estudiante del 3er semestre del Colegio de Filosofía 
[2] Delgadillo de Cantú, Gloria M. Historia de México, Vol. 1 El proceso de gestación de un pueblo, p. 2
[3] Me referiré sólo a los pobladores de Tlaxcala, Tezcoco, Tlacopan, Teotihuacán y Tula, ya que, “por sus obvias semejanzas culturales y por hablar una misma lengua, conocida como náhuatl, verdadera lingua franca de Mesoamérica, se ha optado por designarlos a todos genéricamente como los nahuas”.  También indaga que el “florecimiento de ésta cultura fue desde los tiempos toltecas hasta el esplendor final de los aztecas”. Prácticamente estamos hablando desde el 1,050 d.C. hasta 1521 d.C. aprox., que corresponde a la caída de Tenochtitlán.
 Cfr. Miguel León- Portilla, La Filosofía Náhuatl, estudiada en sus fuentes, p.1 y El Pensamiento Prehispánico” en Estudios de Historia de la Filosofía en México, p. 11.

[4] Mario Magallón Anaya, Dialéctica de la Filosofía Latinoamericana, una filosofía en la historia, , p.17
[5] Leopoldo Zea cit. por Mario Magallón Anaya, op.cit., p.00 Cfr. Leopoldo Zea, “Introducción: sobre el concepto de filosofía”, en Introducción a la filosofía, p.7-20.
[6] Aristóteles, Metafísica  982b-12-16.
[7] Cfr. Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de nuestra América?, p. 14-16.
[8] Francisco Larroyo, “¿Hubo filosofía entre los pueblos precortesianos?”, en Anuario de Filosofía, N° I, p. 11-19
[9] Cfr. José Manuel Villalpando Nava, op. cit. p. 32.
[10] Cfr. Miguel León-Portilla, op. cit., p. 48.
[11] Leopoldo Zea, Filosofía Latinoamericana, p19.
[12] Miguel León- Portilla, op. cit., p 55-56.
[13] Antonio Ibargüengoitia, op. cit., p. 42-45.
[14] Miguel León-Portilla, , Huehuehtlahtolli testimonios de la antigua palabra, p. 9
[15] Johansson K. Patrick.  Ritos Mortuorios Nahuas Precolombinos, p.23
[16] Miguel León-Portilla, Huehuehtlahtolli testimonios de la antigua palabra, p. 11
[17] Romances de los señores de la Nueva España, fol. 28 v.
[18] Miguel León Portilla, Trece poetas…., p 45 (Cantares mexicanos Fol.5 v y fol. 13.)
[19] Miguel León Portilla, Trece poetas…., p 45 (Cantares mexicanos Fol.17v.)