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lunes, 16 de abril de 2012

“Dos visiones de la formación griega: desde la mímesis práxeos”


Hola chic@s aquí les dejo la ponencia que presentamos dentro del XI Coloquio de Letras Clásicas de la UNAM. el día 16 de abril del 2012 en el Salón de Actos de la Fac. de Filosofía y Letras.
 Debido a que no hubo oportunidad de responder dudas de los asistentes, les comparto la ponencia completa para que la lean con calma, pues resumimos a grandes razgos nuestro trabajo... Saludos.
“Dos visiones de la formación griega: desde la mímesis práxeos
Ponentes: 
Pineda García Thelma Zuleyma
Martínez Mejía Kitzia
Resumen (Abstract)
El objetivo principal de nuestro trabajo es presentar cómo es que nosotras interpretamos que se da un cambio significativo de formación ética y política entre dos épocas diferentes: arcaica y clásica. Para ello presentamos un análisis, guiado por Poética y Ética Nicomáquea de Aristóteles, de una obra épica que es considerada un gran poema: Ilíada,  además de hacer una transición de costumbres entre los hombres a partir de: Los trabajos y los días, y por una obra maestra de la época clásica: Edipo Rey.
Introducción
¿Podemos hablar de un éthos desde la mímesis práxeos que se encuentra plasmado en la literatura arcaica y clásica? Ésa es la cuestión de la presente ponencia, en la cual, presentamos nuestro análisis: un contraste significativo en la formación ética y política de la época arcaica y clásica. Éste parte de una obra épica: Ilíada, con una pequeña transición con Los trabajos y los días y una tragedia clásica: Edipo Rey. ¿Qué es lo que se puede rescatar de estas tres obras literarias de gran importancia histórica?
Por otra parte, ¿de dónde tomamos el término: mímesis práxeos?, ¿Qué debemos entender por esto? Estas cuestiones las esbozaremos desde el análisis hecho por Aristóteles en Poética y Ética Nicomáquea, las cuales seguiremos como base teórica para hacer dicho contraste.

Primera parte: El éthos desde la mímesis práxeos
I.I -. Poética: la noción de mímesis práxeos
¿Cómo debemos entender la noción de la mímesis? Debemos tener en cuenta que el término mímesis viene del griego mίmhsiV, que viene del verbo mimέomai. El primero es un sustantivo, por lo que toma dos definiciones dentro de Grecia: imitación y representación; mientras que el segundo se avoca hacia la acción de imitar algo, pues recordemos que éste es un verbo.
Lo que nos parece muy interesante sobre la mímesis es que: “desde la época arcaica […] se concibe [a ésta]  como una totalidad compuesta de elementos que representan miméticamente un orden externo […] y que, en virtud del modo en que se produce tal representación, generan placer y admiración.”[1]
Se debe tener en cuenta que: “la antigua noción de mímesis [referida la mayoría de las veces como] ‘imitación’, hace referencia no sólo a los procedimientos […] de la poesía, de las artes figurativas y de la música, sino también a la mímica vocal y orquestal, al recitado escénico, a la adopción de comportamientos considerados como ejemplares y también al vínculo entre los nombres y las cosas; a la relación entre el ser y el devenir e incluso a la contemplación de las Formas ideales.”[2]
Debemos también tomar en cuenta el tratamiento sobre este término que sostienen Platón y Aristóteles por separado, pues es de suma importancia debido a que el segundo trata de enmendar lo que el primero hace con el término en cuanto al arte poético.
Para Platón la mímesis tiene dos enfoques: el primero se refiere al que se somete el Mundo de las Ideas con el Mundo Sensible[3], es decir que la fundamentación de lo sensible se da a través de lo inteligible; en cuanto al segundo, es considerado copia de la copia, es decir, que no posee verdad, pues nos dice que de lo sensible no se puede imitar nada más que copiar de lo ya establecido, es por eso que el arte para Platón no posee verdad y pide la expulsión de los poetas de su proyecto de República, pues los considera una especie de sofistas.[4]
Incluso el mismo Platón se expresa así de Homero:
 Pero en cuanto a los asuntos más bellos e importantes de los que Homero se propone hablar, relativos a la guerra y al oficio del general, al gobierno de los Estados y a la educación del hombre, tal vez sea justo preguntarle inquisitivamente: <<Querido Homero, si no es cierto que respecto a la excelencia seas el tercero contado a partir de la verdad , ni que seas un artesano de imágenes como el que hemos definido como imitador, sino que eres el segundo y capaz de conocer cuáles ocupaciones tornan mejores a los hombres y cuáles peores en privado y en público, dinos: ¿cuál Estado fue el mejor gobernado gracias a ti […]>>?[5]
Platón nos dice que el artista es aquel que hace simulacros, mal fundamentados de la realidad, tal es el caso del poeta y del pintor[6], que están lejos de la verdad; Aristóteles nos dice que el arte es una creación que ejemplifica el mundo en el que se vive y cómo es y debe ser. Con ello, se hace referencia a  la mímesis que hace la tragedia; según Aristóteles, esto forja el carácter que los individuos deben tener. Cabe hacer mención a que la comedia hace una mímesis de las cosas más viles y negativas de los hombres, mientras que la tragedia imita a los mejores: los hombres deseables y buenos. Por lo que ésta es la que debe ser digna de imitación[7].
En cuanto a la mímesis, abordada por Aristóteles, a comparación de Platón, le da un trato diferente, pues la mímesis va más allá de lo que se puede artificiar, esto es, tiene una repercusión mayor que sólo imitar una cama. Para Aristóteles la mímesis es de la acción, pues en Poética nos dice que lo que hace la tragedia y la comedia es la mímesis de la acción de los hombres en tanto a que si son buenos y destacados por sus acciones, ellos deben de tender a imitar éstas y si hacen cosas en perjuicio de los demás, no deben hacer ese tipo de acciones.[8]
Para Aristóteles la mímesis de la acción implica más que sólo imitación, es decir, lleva consigo una carga moral y ética junto con una educación, pues recordemos que en Grecia la carga moral y ética era intermitente en la formación de un carácter (éthos) y que aspiraban tanto a ser los mejores como los más bellos y buenos. Pues, en sí, la belleza para ellos era esa mezcla de la belleza física con la del alma buena. 
Pero, ¿qué debemos entender por éthos?, ¿el carácter se forma mediante la practicidad? Analicemos estas interrogantes a partir de la Ética Nicomáquea  y Ética Eudemia.
I.2       Ética Nicomáquea: éthos y su vinculación con la areté
La noción éthos en Aristóteles, a nuestro ver, tiene mucha relevancia e incluso lleva implícito un vínculo con la mímesis praxéos, pues el carácter, que es lo que entiende Aristóteles por êthos, está formado por imitar las acciones buenas de los hombres eficientes y de acción que tiende al bien[9]. Recordemos que el término viene del griego θος (θw) que literalmente significa: costumbre, hábito. Aristóteles distingue a θος de θος, que es al que se refiere en sus Éticas por carácter[10], pues interpretamos que para él θος significa el conjunto de hábitos y buenas costumbres que son ideales para formar hombres que tienden al bien.
En la Ética Eudemia nos dice: “[…] puesto que el carácter, como lo indica su nombre, recibe su crecimiento del hábito [θος], gracias a numerosos movimientos de un cierto tipo, un hábito no innato en nosotros resulta, finalmente, educado para obrar en un sentido […].”[11] ¿Cuál es el sentido en el que se debe obrar? Según la Ética Nicomáquea, nos dice que “el carácter debe estar de alguna manera predispuesto para la virtud amando lo que es noble y teniendo aversión a lo vergonzoso”[12]. ¿Qué entendemos por virtud (ρετή)?
Aristóteles en la Ética Nicomáquea, al final de su libro primero, nos dice que debemos llamar a la virtud como modos de ser elogiables[13], por lo que si son modos de ser, entonces son acciones  que tienden al bien y, en tanto que lo son, éstas deben ser imitadas, esto es a lo que se refiere Aristóteles con la mímesis de la acción. Para Aristóteles la virtud es ética porque ésta puede irse perfeccionando con la práctica de las acciones buenas que conducen hacia el bien.[14]
El bien para Aristóteles es el hábito del hombre en la vida buena y la práctica de la misma, ya que las virtudes vienen del carácter, más no de la intelecto. Por lo que la propuesta de la ética de Aristóteles va encaminada en hacer a los hombres de excelencia en la medida de sus acciones dentro de la vida buena.
Debemos recordar que también hace referencia a la vida en función del hombre diciendo que ésta: “es una cierta vida, y […] es una actividad del alma [que actúa a partir de]  unas acciones razonables, [que tienden al bien y en cuanto éste se realiza] es una actividad del alma de acuerdo con la virtud […].”[15]  
Por lo tanto, nosotras interpretamos, a partir de lo ya explicado, que las virtudes para Aristóteles son las acciones que son dignas de imitación y que tienen un efecto positivo tanto social como para sí mismos, puesto que son modos de ser del hombre. Cabe resaltar que los vicios son también causa de hábito, pero éste tiene una carga negativa social y personalmente. Es por ello que, en Poética expone que las acciones dignas de imitarse son las que se exponen en la representación trágica.
I.2.1.   La justicia: uno de los valores que debe imitarse
Siguiendo nuestro análisis en la Ética Nicomáquea, definimos el valor, según Aristóteles, como las acciones que nos encaminan hacia la virtud, entendiendo ésta como modos de ser que se ejecutan a partir de un término medio, es decir sin exceso ni defecto siempre se debe optar por este punto medio que es el regulado por la recta razón. Para ello nos dice que el valor cívico, el cual incluye a la valentía, es el más parecido al verdadero valor porque, el que lo practique, siempre se expondrá al peligro para evitar los castigos establecidos por las leyes para obtener honor.[16] La valentía, nos dice Aristóteles, es la que hace que las personas obren a causa de la nobleza[17], por lo que siempre estarán de lado de la justicia.
Pero, ¿qué es la justicia (δικαιοσύνης) para Aristóteles? En su libro quinto hace una especie de especificaciones sobre ella de la siguiente manera: “[…] es un modo de ser por lo cual uno está dispuesto a practicar lo que es justo, a obrar justamente y a querer lo justo”[18].  Cabe hacer mención que Aristóteles no concibe como igual la justicia y lo justo (δικαίων), pues la justicia es la virtud completa y lo justo es la acción de practicar la virtud, pues nos dice: “se entiende por justo al que observa la ley y también el que es equitativo”[19] con la impartición de dicha acción. Éste no debe de beneficiarse de ella, sino que usa la virtud de la justicia para con el otro, el que la necesita, y que a su vez, si él se encuentra culpable debe actuar conforme a la justicia.[20] Por lo que, Aristóteles dice que: “la justicia presupone personas cuyas relaciones están reguladas por una ley, y la ley se aplica a situaciones en las que es posible la injusticia, pues la justicia es el discernimiento entre lo justo y lo injusto.”[21]
En resumen, la justicia es una virtud que pretende ser la observadora y reguladora de las acciones, que a su vez, éstas llevan siempre un fin (teloV) y si éste tiende al bien, es decir que cumple la función de discernir entre lo que debe y no debe ser, se está llevando a cabo la justicia. Ahora veamos cómo es que la formación arcaica y la clásica, a pesar de que conservan este valor, tienen puntos en común y también en contraposición, pues el tratamiento tanto de la mímesis práxeos como el concepto de virtud va perfeccionándose.
Segunda parte: Entre dos épocas...

II.    1 Epopeya y  tragedia
Haciendo una breve comparación de estas dos formas literarias, diremos que la dos son iguales en cuanto a que tratan imitativamente de reproducir los actos de los virtuosos por medio de la métrica, pero diferenciándose en que  la primera se vale del hexámetro y de una forma narrativa para decir las cosas, además que cuenta con una mayor extensión y trata de remembrar las hazañas de los héroes, en las fiestas de los reyes para que se hable de la gloriosa estirpe a la que pertenecen, para que éstas no se olviden. La tragedia, por su parte, trata de ser concisa, pues lleva un mensaje inmerso en ella: la cuestión de ser ideologizante y moralizadora
Para Aristóteles, la tragedia parte de un mýthos[22] y de una kátharsis, es decir, parte primeramente de una previa aparición en el mundo y consecutivamente de una “purificación”, en tanto que expresa lo que en algún momento se tiene en mente. Pero ello no quiere decir que el poeta no pueda tener poíesis, pues en tanto vuelve a presentar lo ya presentado, en su manera de volverlo a re-presentar, hay una poiesis, pues dice Aristóteles: “Desde un cierto punto de vista, pues, Homero y Sófocles serían imitadores del mismo tipo, pues ambos reproducen imitando a los mejores y, desde otro, lo serían Homero y Aristófanes, puesto que ambos imitan y reproducen a hombres en acción y en eficiencia”. [23]

Para la tragedia se habrá de decir: “El mito poético, para el artista, es una visión más honda de la realidad; es exactamente, según la expresión de Aristóteles, ‘Una imitación de la naturaleza’, de la naturaleza total, física y metafísica”[24].
La tragedia, al producirse dentro de la celebración de las Dionisiacas[25], trataba de lograr una purificación. Por lo tanto, estas obras, al estar realizadas por humanos y al estar estrechamente ligadas a la religión, hacían que el pueblo se sintiera identificado con los personajes y, al llegar al llanto, lograban esta catarsis. De aquí que la tragedia se usara como un recurso moralizador donde la gente veía que infligir las leyes morales o sagradas eran señal de un castigo.

II.   2 Época arcaica
Para el mayor entendimiento de ésta época, es necesario comprender que cuando hablamos de “Grecia”, término que acuñaron los romanos para designar a los pueblos de oriente con características similares, nos referimos en realidad a la Hélade, pues es así como se conocía entre estos pueblos tal región. Nos referimos a diferentes pueblos que eran pequeñas organizaciones y que tenían una diversidad dialectal, política y social.
La historia de toda la Grecia arcaica está constituida por una serie de descubrimientos que dejaron ver el realismo y el lado fantástico que se escondía detrás de la literatura misma. Para poder entender mejor esta parte de la historia, hablaremos de diversas personas por las que, gracias a su pasión, hoy podemos hablar de una época arcaica en la Antigua Grecia. La misma gente de esta época conocía, a través de los mitos que se transmitían de manera oral, los sucesos del pasado de la Hélade. Sin embargo, nada de ello era completamente cierto, pues, a finales del siglo XIX y principios del XX, algunos descubrimientos arqueológicos dieron cierta veracidad a los mitos orales, empezando con el alemán Heinrich Schliemann, que descubrió Troya y el Peloponeso; en seguida, Arthur Evans, de nacionalidad británica, con el descubrimiento del palacio de Minos y, finalmente, Michael Ventris y John Chadwick, que descifraron la escritura lineal B. Con estos descubrimientos sólo se reconstruye un poco de la tradición griega, pero sin duda mucho de los reyes, de su manera de organización política y social todavía queda en la oscuridad.
Para este punto de la historia, existen  dos grandes representantes que con su literatura nos han ayudado a reconstruir el carácter de las sociedades arcaicas: Homero y Hesíodo, quienes serán nuestro siguiente punto de análisis.
II.    2. 1 Ilíada
En la Ilíada de Homero, epopeya heroica, encontramos las celebraciones de hazañas dignas de recordar para los griegos. Representa una estirpe de héroes, la cual queda lejana para las generaciones futuras; en esta obra todo es juzgado conforme a los actos heroicos[26].
Esta tradición corresponde a los siglos XIII y XII a. C.
Dentro de esta obra se encuentra la concepción de ver al hombre que se ocupa de las grandes proezas y es amenazado por los destinos inevitables. A pesar de esto, se busca la gloria[27].
II.    2. 2 Los trabajos y los días
Esta sociedad homérica llegó a su fin y, con ello, los héroes pasaron a ser simples servidores de la tierra y, para la educación de éstos, Hesíodo en Los trabajos y los días                           manual dedicado a Perses, su hermano logra resaltar la importancia que tiene en esta sociedad el trabajo, la buena administración y las relaciones sociales.
Da atractivos consejos morales y destaca lo fundamental del valor de la justicia, “pero Hesíodo sabe bien que hay un Zeus todo poderoso, cuyos tres mil guardias inmortales vigilan a los humanos, y castigarán a cuantos se atrevan a violar la justicia”[28]. Hesíodo resalta el folklore y lo tradicional de una Grecia posterior a Homero.

II.2 Época clásica: Edipo Rey
La Grecia Clásica  representa el  punto álgido en la que surgen todas las manifestaciones de arte, estudio filosófico, relaciones políticas y sociales que, hasta nuestros días, son modelos a seguir o que, por lo menos, se pretenden imitar.
En ésta época, hallamos en pleno esplendor a la ciudad más representativa de toda la Hélade: Atenas, la cual es la cuna del teatro y, con él, el  nacimiento de la tragedia y la comedia, expresiones literarias más representativas del mundo griego, con ellas se buscará la divulgación de los valores y la política de la Atenas demócrata.
Una de las tragedias más elogiadas por Aristóteles es precisamente Edipo Rey por tener en ella todo lo que se pretendía que una obra trágica debía de tener y que diera todos los mensajes imprescindibles para la educación ateniense. Es éste el momento más prolífico para las artes, la arquitectura y la filosofía, pero además, se vive una estabilidad económica y política como jamás se volverá a ver en la Grecia posterior.
En estas tres obras encontramos de manera constante uno de los valores más elogiados por esta sociedad: la justicia.
En la Ilíada, la hallamos en los pasajes en que Briseida  es arrebatada a Aquiles por Agamenón, a pesar de que las mejores dotes  eran siempre para éste último, él sin oír palabras de Néstor, se lleva a Briseida. Por lo tanto, Aquiles se niega a pelear[29] y después, a modo de justicia, la mujer le es devuelta al Pelida, pues Agamenón busca que éste regrese a la batalla y así ganar. Hablándonos del mismo valor, pero expresándolo de una manera totalmente diferente, lo encontramos en Hesíodo. Éste comienza su escrito con  la fábula del halcón y el ruiseñor, la cual, precisa, es para los reyes, pues son ellos, según Hesíodo, los que por excelencia son injustos. En seguida pasa a dar el consejo: “¡Oh, Perses! Atiende tú a la justicia y no alimentes soberbia; pues mala es la soberbia para un hombre de baja condición”[30]. Y, haciendo completo hincapié, le hace ver  que los hombres que se dan al justo proceder no serán jamás presa del hambre,  todo se les dará en sus tierras y tendrán paz. Por su parte, Sófocles nos muestra, en Edipo Rey, otra concepción de la justicia; aquí Edipo acusa a Creonte de sobornar a Tiresias para que lo acusara de la muerte de Layo. A causa de lo cual, Edipo se enfada sobremanera y decide que Creonte debe ser sacado de la región. Sin embargo, éste le pide que no sea injusto, que él no ha tenido nada que ver con los vaticinios del adivino, pero Edipo más le increpa y le pide se retire[31]; después el desdichado Edipo, avergonzado por la injuria falsa que le hizo a éste, le pide que lo deje irse, que lo destierre para no ver los males que no escuchó habrían de llegarle  y que pensó habían sido trama del mismo Creonte.
    II. 3     Contrastes entre las dos épocas: valor, virtud y justicia
En la concepción de la Ilíada y en Edipo Rey encontramos que la injusticia de los reyes los lleva a la desdicha. Agamenón perdió parte de su ejército, se vio obligado a regresar a Briseida para que Aquiles retomara la batalla, mientras que Edipo no pudo escapar de su destino. Es de notar que en esta tragedia encontramos la ofensa a Tiresias, quien servía de enlace con Apolo y la humanidad, por tanto, al verse ofendido entendemos que hubo una ofensa al dios, cosa que Hesíodo, menciona que esto será castigado, pues se pide respeto a las divinidades. El verdadero cambio lo encontramos en Hesíodo, pues éste vincula la idea de justicia con un verdadero quehacer laboral, social y religioso, mientras más exista una balanza de estas tres cosas, mejor será la vida del humano. Aunque no está por demás decir que el autor de Los trabajos y los días,  ya desde esta obra, condena a los reyes, pues él cree que son los primeros en violar la justicia y, por tanto, en su consejo, dedica partes importantes para darles a entender que ellos, por tener en sus manos a las ciudades, deben ser más cautelosos con sus acciones.
En la forma del castigo encontramos que por entero el que ejecuta tal  acción es siempre el dios (esto es algo que tienen en común las tres obras) y que las obras de malvados las carga a veces toda una ciudad[32], cosa que pasa en la Ilíada con Paris, quien por quedarse con Helena y las riquezas, no le importaba que Troya cayera.
 En estas tres obras se representa muy bien la visión griega del ser justo para aquél que cumplía con los márgenes establecido para cada época.

III.    CONCLUSIONES

Claro es de notar, que uno de los más acercados a la concepción de justicia de la cuál parte Aristóteles es Hesíodo, sin embargo, cada una de las obras trato de forjar un θος, y en el caso específico de la Ilíada, también ella trato más de la formación de un θος. Es así como estas obras en base a la mímesis práxeos, atiende a la formación de un carácter y también en la formación de las costumbres, pues da a conocer a personajes dignos de imitar y de los cuales se debe de aprender, para no cometer los mismos errores y así sobresalir de la sociedad en decadencia. Este punto, que aunque fuera de tono, no hay que dejar pasar. Debemos mirar que entre Hesíodo y Sófocles, también hubo cierto rasgo de similitud. Como vemos en Los trabajos y los días, el autor reprocha los caminos que no llevan a la justicia, diciendo: “Preferible el camino que, en otra dirección, conduce hacia el recto proceder; la justicia termina prevaleciendo sobre la violencia, y el necio aprende con el sufrimiento”[33], y vemos como se cumplen tales castigos en el  insensato de Creonte, en la Antígona  de Sófocles, cuando éste, por faltar a las leyes de los dioses, condena a Antígona y por el dolor de su muerte,  su hijo se suicida y la madre al saber esto, no soporta el dolor y se arranca la vida.
Sin duda Grecia, ha sido una civilización que nos ha dejado muchos preceptos que hemos tratado de seguir para el correcto funcionamiento de algunas artes, sin temor a equivocarnos, vemos que es el modelo perfecto de vida occidental, en cuanto política, educación y sistemas sociales.

En la literatura actual, se ha perdido esta cuestión moralizante que a la antigua Grecia caracterizaba y estaba bien marcada. Sin embargo, aún existe esta lectura ideologizante que nos marca a qué nivel económico y cultural pertenecemos.
Por otra parte, que no debemos olvidar, se ha ido haciendo un monopolio de la justicia, pues cada vez son menos los que enseñan con el ejemplo, claro está que estos serán los que más tarde  serán dignos de ser admirados, y sin duda serán estandarte para algunos que nos resistimos a perder este bello valor. Desgraciadamente, es de lamentar y hasta cierto punto de indignar que nuestro sistema que se dice de justicia, no opere con el ejemplo, dado que ellos se benefician del mismo para evadir la ley. Entonces ¿serán dignos de imitarse?  

Otro punto crítico, actualmente, es que nuestra sociedad ha perdido, de igual manera, la magia del teatro, que tenía esa finalidad de provocar una purificación y que ha pasado a ser completamente sustituida por la música. El teatro, actualmente, ha pasado a ser expresión en segundo plano, es decir, ya no tiene influencia en éstos ese efecto moralizador que influía el carácter de los ciudadanos, ahora pareceré que está lleno de clichés, pues recordemos que nuestra sociedad no frecuenta a este por muchas razones. No obstante, es de destacar que cada una de estas artes representa muy bien el estado y el gobierno en el que vivimos y volviendo a ellos podríamos re-pensar nuestra sociedad.
Sin duda, somos un país en donde los lectores, las humanidades y las artes son una especie en peligro de extinción y por desgracia la decadencia en la educación y el triste manejo de las dependencias del gobierno en materia de educación e impartición de justicia han influido en el incremento de la ignorancia, enajenación y la separación de las artes y todo ello que nos hace ser humanos, que es la razón y la creación.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
·         Aristóteles, Ética Eudemia, trad. Julio Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1985.
________, Ética Nicomáquea, trad. Julio Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1985.
________, Poética, trad. Juan David García Bacca. México: UNAM. 2011.
·         Bowra, C.M., La literatura griega trad. Alfonso Reyes, Fondo de Cultura Económica, 1948.
·         Hesíodo, “Los trabajos y los días” en Obras y fragmentos, trad. Aurelio Pérez Jiménez, Madrid, Gredos, 1978.
·         Homero, La Ilíada, trad. Emilio Crespo .Madrid: Gredos. 1991.
·         Lombardo, Giovanni. La estética antigua, trad. Francisco Campillo. Madrid: Visor. 2008.
·         Platón, “Timeo” en Diálogos, Tomo VI, trad. Francisco Lisi, Madrid, Gredos, 2008
_____, “República Libro X” en Diálogos, Tomo IV, trad. Conrado Eggers Lan, Madrid, Gredos, 2008.
·         Sófocles, Edipo Rey, trad. Assela Alamillo. Madrid: Gredos. 2007.
·         Touchard Pierre-Aimé, Apología del teatro, trad. E. Madrid Diez, Buenos Aires, Compañía General Fabril, 1961.

REFERENCIA ELECTRÓNICA
R. Crane, Georgy (ed.) Perseus Digital Library en:
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/searchresults?q=Aristotle (Consultado: sábado 31 de marzo del 2012)



[1]  Giovanni Lombardo, La estética antigua, p. 19-20.
[2] Ibidem.; También: Cf. Juan David García Bacca, “Introducción a la Poética” en Aristóteles, Poética, p. XXVIII. 
[3] Cf. Platón, “Timeo” en Diálogos Tomo VI 41a-d.
[4] Cf. Platón, “República X” en Diálogos Tomo IV, 596b –c, 597 b, d-e.
[5] Id., 599 c-e
[6] Cf. Id., 596b –c, 597 b, d-e.
[7] Cf. Aristóteles Poética, 1448 a 5-10
[8] Cf. Id., 1448 a 20-23
[9] Aristóteles, Ética Nicomáquea, 1103 a 25-30
[10] Cfr. Aristotle, “Eduemian Éthics” en Georgy R. Crane (ed.) Perseus Digital Library, 1220 b. http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.01.0049%3Abook%3D2%3Asection%3D1220b
[11] Aristoteles, Ética Eudémia, 122b 1-5; Cfr. Ética Nicomáquea 1179 b 21-30.
[12] Id., Ética Nicomáquea 1179 b 30-32.
[13] Id., 1102b 37
[14] Id., 1105b-1106b-30
[15] Id., 1098a12-19
[16] Id., 1116 a20
[17] Id.,1116 b31
[18]Id., 1129 a 6-8
[19]Id., 1129 b.
[20] Cf. Id., 1130 a 8-11.
[21] Id., 1134 a 30.
[22] Entendiéndolo como una especie de trama,  pues creemos que en la tragedia se abarca el tema de la formación de un éthos (entendiéndolo como carácter)  a partir de la carga moral que ésta nos muestra y que es digna de imitarse, El mýthos, debe entenderse como un plan que  los dioses sugirieron para el hombre y de ahí la formación de un carácter.
[23] Aristóteles, Poética, 1448 a 25-28.
[24] Touchard Pierre-Aimé, “Moral y religión” en Apología del teatro, p.67.
[25] Fiestas dedicadas al dios Dionisios, en estas reuniones se permitía beber el vino viejo, que provocaba, la embriaguez del pueblo, lo que terminaba siendo orgias, pues el sexo estaba vinculado con esta purificación,  en donde se liberaban los deseos más reprimidos del ser humano llegando así a la kάqarsiV.
[26] Homero, Ilíada. III. 21-76.
[27] Idem. XVIII. 120-123.
[28] Bowra, C.M., “Homero y Hesíodo” en  La literatura griega, p. 34.
[29] Cf.  Id. I. 130-427.
[30]  Hesíodo, Los trabajos y los días. vr. 213-215.
[31] Sófocles, Edipo Rey. vr. 300-679.
[32]Cf.  Idem. vr. 240-243.
[33] Id. vr. 217-219.