Hola chic@s aquí les dejo la ponencia que presentamos dentro del XI Coloquio de Letras Clásicas de la UNAM. el día 16 de abril del 2012 en el Salón de Actos de la Fac. de Filosofía y Letras.
Debido a que no hubo oportunidad de responder dudas de los asistentes, les comparto la ponencia completa para que la lean con calma, pues resumimos a grandes razgos nuestro trabajo... Saludos.
“Dos visiones de la formación
griega: desde la mímesis práxeos”
Ponentes:
Pineda García Thelma Zuleyma
Martínez Mejía Kitzia
Resumen (Abstract)
El objetivo principal de nuestro trabajo es
presentar cómo es que nosotras interpretamos que se da un cambio significativo
de formación ética y política entre dos épocas diferentes: arcaica y clásica.
Para ello presentamos un análisis, guiado por Poética y Ética Nicomáquea
de Aristóteles, de una obra épica que es considerada un gran poema: Ilíada, además de hacer una transición de costumbres
entre los hombres a partir de: Los
trabajos y los días, y por una obra maestra de la época clásica: Edipo Rey.
Introducción
¿Podemos hablar de un éthos desde la mímesis práxeos
que se encuentra plasmado en la literatura arcaica y clásica? Ésa es la
cuestión de la presente ponencia, en la cual, presentamos nuestro análisis: un contraste
significativo en la formación ética y política de la época arcaica y clásica.
Éste parte de una obra épica: Ilíada,
con una pequeña transición con Los
trabajos y los días y una tragedia clásica: Edipo Rey. ¿Qué es lo que se puede rescatar de estas tres obras
literarias de gran importancia histórica?
Por otra parte, ¿de dónde tomamos el término: mímesis práxeos?, ¿Qué debemos entender
por esto? Estas cuestiones las esbozaremos desde el análisis hecho por
Aristóteles en Poética y Ética Nicomáquea, las cuales seguiremos
como base teórica para hacer dicho contraste.
Primera
parte: El éthos desde la mímesis práxeos
I.I
-. Poética: la noción de mímesis práxeos
¿Cómo debemos entender la noción de la mímesis?
Debemos tener en cuenta que el término mímesis viene del griego mίmhsiV, que viene del verbo mimέomai. El primero es un
sustantivo, por lo que toma dos definiciones dentro de Grecia: imitación y
representación; mientras que el segundo se avoca hacia la acción de imitar
algo, pues recordemos que éste es un verbo.
Lo que nos parece muy interesante sobre
la mímesis es que: “desde la época arcaica […] se concibe [a ésta] como una totalidad compuesta de elementos que
representan miméticamente un orden externo […] y que, en virtud del modo en que
se produce tal representación, generan placer y admiración.”[1]
Se debe tener en cuenta que: “la antigua
noción de mímesis [referida la mayoría de las veces como] ‘imitación’, hace
referencia no sólo a los procedimientos […] de la poesía, de las artes
figurativas y de la música, sino también a la mímica vocal y orquestal, al
recitado escénico, a la adopción de comportamientos considerados como
ejemplares y también al vínculo entre los nombres y las cosas; a la relación
entre el ser y el devenir e incluso a la contemplación de las Formas ideales.”[2]
Debemos también tomar en cuenta el
tratamiento sobre este término que sostienen Platón y Aristóteles por separado,
pues es de suma importancia debido a que el segundo trata de enmendar lo que el
primero hace con el término en cuanto al arte poético.
Para Platón la mímesis tiene dos
enfoques: el primero se refiere al que se somete el Mundo de las Ideas con el
Mundo Sensible[3], es decir que la
fundamentación de lo sensible se da a través de lo inteligible; en cuanto al
segundo, es considerado copia de la copia, es decir, que no posee verdad, pues
nos dice que de lo sensible no se puede imitar nada más que copiar de lo ya
establecido, es por eso que el arte para Platón no posee verdad y pide la
expulsión de los poetas de su proyecto de República, pues los considera una
especie de sofistas.[4]
Incluso el mismo Platón se expresa así
de Homero:
Pero en cuanto a los
asuntos más bellos e importantes de los que Homero se propone hablar, relativos
a la guerra y al oficio del general, al gobierno de los Estados y a la
educación del hombre, tal vez sea justo preguntarle inquisitivamente:
<<Querido Homero, si no es cierto que respecto a la excelencia seas el
tercero contado a partir de la verdad , ni que seas un artesano de imágenes
como el que hemos definido como imitador, sino que eres el segundo y capaz de
conocer cuáles ocupaciones tornan mejores a los hombres y cuáles peores en
privado y en público, dinos: ¿cuál Estado fue el mejor gobernado gracias a ti
[…]>>?[5]
Platón nos dice que el artista es aquel
que hace simulacros, mal fundamentados de la realidad, tal es el caso del poeta
y del pintor[6], que están lejos de la
verdad; Aristóteles nos dice que el arte es una creación que ejemplifica el
mundo en el que se vive y cómo es y debe ser. Con ello, se hace referencia a la mímesis que hace la tragedia; según
Aristóteles, esto forja el carácter que los individuos deben tener. Cabe hacer
mención a que la comedia hace una mímesis de las cosas más viles y negativas de
los hombres, mientras que la tragedia imita a los mejores: los hombres
deseables y buenos. Por lo que ésta es la que debe ser digna de imitación[7].
En cuanto a la mímesis, abordada por
Aristóteles, a comparación de Platón, le da un trato diferente, pues la mímesis
va más allá de lo que se puede artificiar, esto es, tiene una repercusión mayor
que sólo imitar una cama. Para Aristóteles la
mímesis es de la acción, pues en Poética
nos dice que lo que hace la tragedia y la comedia es la mímesis de la acción de los hombres en tanto a que si son buenos y
destacados por sus acciones, ellos deben de tender a imitar éstas y si hacen
cosas en perjuicio de los demás, no deben hacer ese tipo de acciones.[8]
Para Aristóteles la mímesis de la acción implica más que sólo imitación, es decir,
lleva consigo una carga moral y ética junto con una educación, pues recordemos
que en Grecia la carga moral y ética era intermitente en la formación de un
carácter (éthos) y que aspiraban tanto a ser los mejores como los más bellos y
buenos. Pues, en sí, la belleza para ellos era esa mezcla de la belleza física
con la del alma buena.
Pero, ¿qué debemos entender por éthos?,
¿el carácter se forma mediante la practicidad? Analicemos estas interrogantes a
partir de la Ética Nicomáquea y Ética
Eudemia.
I.2 Ética Nicomáquea: éthos y su vinculación
con la areté
La noción éthos en Aristóteles, a
nuestro ver, tiene mucha relevancia e incluso lleva implícito un vínculo con la
mímesis praxéos, pues el carácter, que es lo que entiende Aristóteles por
êthos, está formado por imitar las acciones buenas de los hombres eficientes y
de acción que tiende al bien[9].
Recordemos que el término viene del griego
ἔθος
(ἔθw) que literalmente significa: costumbre, hábito.
Aristóteles distingue a ἔθος de ἦθος, que es al que se refiere en sus Éticas por
carácter[10], pues
interpretamos que para él ἦθος significa el conjunto de hábitos y buenas costumbres que son ideales
para formar hombres que tienden al bien.
En la Ética Eudemia nos dice: “[…] puesto que
el carácter, como lo indica su nombre, recibe su crecimiento del hábito [ἦθος], gracias a numerosos
movimientos de un cierto tipo, un hábito no innato en nosotros resulta,
finalmente, educado para obrar en un sentido […].”[11]
¿Cuál es el sentido en el que se debe obrar? Según la Ética Nicomáquea, nos dice que “el carácter debe estar de alguna
manera predispuesto para la virtud amando lo que es noble y teniendo aversión a
lo vergonzoso”[12]. ¿Qué
entendemos por virtud (ἀρετή)?
Aristóteles en la Ética Nicomáquea, al final de su libro
primero, nos dice que debemos llamar a la virtud como modos de ser elogiables[13],
por lo que si son modos de ser, entonces son acciones que tienden al bien y, en tanto que lo son,
éstas deben ser imitadas, esto es a lo que se refiere Aristóteles con la mímesis de la acción. Para Aristóteles la virtud es ética porque ésta
puede irse perfeccionando con la práctica de las acciones buenas que conducen
hacia el bien.[14]
El bien para
Aristóteles es el hábito del hombre en la vida buena y la práctica de la misma,
ya que las virtudes vienen del carácter, más no de la intelecto. Por lo que la
propuesta de la ética de Aristóteles va encaminada en hacer a los hombres de
excelencia en la medida de sus acciones dentro de la vida buena.
Debemos recordar que
también hace referencia a la vida en función del hombre diciendo que ésta: “es
una cierta vida, y […] es una actividad del alma [que actúa a partir de] unas acciones razonables, [que tienden al
bien y en cuanto éste se realiza] es una actividad del alma de acuerdo con la
virtud […].”[15]
Por lo tanto, nosotras
interpretamos, a partir de lo ya explicado, que las virtudes para Aristóteles
son las acciones que son dignas de imitación y que tienen un efecto positivo
tanto social como para sí mismos, puesto que son modos de ser del hombre. Cabe
resaltar que los vicios son también causa de hábito, pero éste tiene una carga
negativa social y personalmente. Es por ello que, en Poética expone que las acciones dignas de imitarse son las que se
exponen en la representación trágica.
I.2.1. La justicia: uno de
los valores que debe imitarse
Siguiendo nuestro análisis en la Ética Nicomáquea, definimos el valor,
según Aristóteles, como las acciones que nos encaminan hacia la virtud,
entendiendo ésta como modos de ser que se ejecutan a partir de un término
medio, es decir sin exceso ni defecto siempre se debe optar por este punto
medio que es el regulado por la recta razón. Para ello nos dice que el valor
cívico, el cual incluye a la valentía, es el más parecido al verdadero valor
porque, el que lo practique, siempre se expondrá al peligro para evitar los
castigos establecidos por las leyes para obtener honor.[16]
La valentía, nos dice Aristóteles, es la que hace que las personas obren a
causa de la nobleza[17],
por lo que siempre estarán de lado de la justicia.
Pero, ¿qué es la justicia (δικαιοσύνης)
para
Aristóteles? En su libro quinto hace una especie de especificaciones sobre ella
de la siguiente manera: “[…] es un modo de ser por lo cual uno está dispuesto a
practicar lo que es justo, a obrar justamente y a querer lo justo”[18]. Cabe hacer mención que Aristóteles no concibe
como igual la justicia y lo justo (δικαίων),
pues la justicia es la virtud completa y lo justo es la acción de practicar la
virtud, pues nos dice: “se entiende por justo al que observa la ley y también
el que es equitativo”[19]
con la impartición de dicha acción. Éste no debe de beneficiarse de ella, sino
que usa la virtud de la justicia para con el otro, el que la necesita, y que a
su vez, si él se encuentra culpable debe actuar conforme a la justicia.[20]
Por lo que, Aristóteles dice que: “la justicia presupone personas cuyas
relaciones están reguladas por una ley, y la ley se aplica a situaciones en las
que es posible la injusticia, pues la justicia es el discernimiento entre lo
justo y lo injusto.”[21]
En resumen, la justicia es una virtud que pretende
ser la observadora y reguladora de las acciones, que a su vez, éstas llevan
siempre un fin (teloV) y si éste tiende al bien, es
decir que cumple la función de discernir entre lo que debe y no debe ser, se
está llevando a cabo la justicia. Ahora veamos cómo es que la formación arcaica
y la clásica, a pesar de que conservan este valor, tienen puntos en común y
también en contraposición, pues el tratamiento tanto de la mímesis práxeos como el concepto de virtud va perfeccionándose.
Segunda
parte: Entre dos épocas...
II.
1 Epopeya
y tragedia
Haciendo una breve comparación de estas dos formas
literarias, diremos que la dos son iguales en cuanto a que tratan
imitativamente de reproducir los actos de los virtuosos por medio de la métrica,
pero diferenciándose en que la primera
se vale del hexámetro y de una forma narrativa para decir las cosas, además que
cuenta con una mayor extensión y trata de remembrar las hazañas de los héroes, en las fiestas de los reyes
para que se hable de la gloriosa estirpe a la que pertenecen, para que éstas no
se olviden. La
tragedia, por su parte, trata de ser concisa, pues lleva un mensaje inmerso en
ella: la cuestión de ser ideologizante y moralizadora
Para Aristóteles, la tragedia parte de un mýthos[22]
y de una kátharsis, es decir, parte
primeramente de una previa aparición en el mundo y consecutivamente de una
“purificación”, en tanto que expresa lo que en algún momento se tiene en mente.
Pero ello no quiere decir que el poeta no pueda tener poíesis, pues en tanto
vuelve a presentar lo ya presentado, en su manera de volverlo a re-presentar,
hay una poiesis, pues dice Aristóteles: “Desde un cierto punto de vista, pues,
Homero y Sófocles serían imitadores del mismo tipo, pues ambos reproducen
imitando a los mejores y, desde otro, lo serían Homero y Aristófanes, puesto
que ambos imitan y reproducen a hombres en acción y en eficiencia”. [23]
Para la tragedia se habrá de decir: “El mito poético,
para el artista, es una visión más honda de la realidad; es exactamente, según
la expresión de Aristóteles, ‘Una imitación de la naturaleza’, de la naturaleza
total, física y metafísica”[24].
La tragedia, al producirse dentro de la celebración de
las Dionisiacas[25], trataba de lograr una purificación. Por lo tanto,
estas obras, al estar realizadas por humanos y al estar estrechamente ligadas a
la religión, hacían que el pueblo se sintiera identificado con los personajes y,
al llegar al llanto, lograban esta catarsis. De aquí que la tragedia se usara
como un recurso moralizador donde la gente veía que infligir las leyes morales
o sagradas eran señal de un castigo.
II. 2 Época arcaica
Para el mayor entendimiento de ésta época, es
necesario comprender que cuando hablamos de “Grecia”, término que acuñaron los
romanos para designar a los pueblos de oriente con características similares, nos
referimos en realidad a la Hélade, pues es así como se conocía entre estos
pueblos tal región. Nos referimos a diferentes pueblos que eran pequeñas
organizaciones y que tenían una diversidad dialectal, política y social.
La historia de toda la Grecia arcaica está constituida
por una serie de descubrimientos que dejaron ver el realismo y el lado
fantástico que se escondía detrás de la literatura misma. Para poder entender
mejor esta parte de la historia, hablaremos de diversas personas por las que,
gracias a su pasión, hoy podemos hablar de una época arcaica en la Antigua
Grecia. La misma gente de esta época conocía, a través de los mitos que se
transmitían de manera oral, los sucesos del pasado de la Hélade. Sin embargo,
nada de ello era completamente cierto, pues, a finales del siglo XIX y
principios del XX, algunos descubrimientos arqueológicos dieron cierta
veracidad a los mitos orales, empezando con el alemán Heinrich Schliemann, que descubrió
Troya y el Peloponeso; en seguida, Arthur Evans, de nacionalidad británica, con
el descubrimiento del palacio de Minos y, finalmente, Michael Ventris y John
Chadwick, que descifraron la escritura lineal B. Con estos descubrimientos sólo
se reconstruye un poco de la tradición griega, pero sin duda mucho de los
reyes, de su manera de organización política y social todavía queda en la
oscuridad.
Para este punto de la historia, existen dos grandes representantes que con su
literatura nos han ayudado a reconstruir el carácter de las sociedades
arcaicas: Homero y Hesíodo, quienes serán nuestro siguiente punto de análisis.
II. 2. 1 Ilíada
En la Ilíada
de Homero, epopeya heroica, encontramos las celebraciones de hazañas dignas de
recordar para los griegos. Representa una estirpe de héroes, la cual queda
lejana para las generaciones futuras; en esta obra todo es juzgado conforme a
los actos heroicos[26].
Esta tradición corresponde a los siglos XIII y XII a.
C.
Dentro de esta obra se encuentra la concepción de ver
al hombre que se ocupa de las grandes proezas y es amenazado por los destinos
inevitables. A pesar de esto, se busca la gloria[27].
II.
2. 2 Los trabajos y los días
Esta sociedad homérica llegó a su fin y, con ello, los
héroes pasaron a ser simples servidores de la tierra y, para la educación de
éstos, Hesíodo en Los trabajos y los días
—manual
dedicado a Perses, su hermano— logra resaltar la importancia que tiene en esta
sociedad el trabajo, la buena administración y las relaciones sociales.
Da atractivos consejos morales y destaca lo
fundamental del valor de la justicia, “pero Hesíodo sabe bien que hay un Zeus
todo poderoso, cuyos tres mil guardias inmortales vigilan a los humanos, y
castigarán a cuantos se atrevan a violar la justicia”[28].
Hesíodo resalta el folklore y lo tradicional de una Grecia posterior a Homero.
II.2 Época clásica: Edipo Rey
La Grecia Clásica
representa el punto álgido en la
que surgen todas las manifestaciones de arte, estudio filosófico, relaciones
políticas y sociales que, hasta nuestros días, son modelos a seguir o que, por
lo menos, se pretenden imitar.
En ésta época, hallamos en pleno esplendor a la ciudad
más representativa de toda la Hélade: Atenas, la cual es la cuna del teatro y,
con él, el nacimiento de la tragedia y
la comedia, expresiones literarias más representativas del mundo griego, con
ellas se buscará la divulgación de los valores y la política de la Atenas
demócrata.
Una de las tragedias más elogiadas por Aristóteles es
precisamente Edipo Rey por tener en
ella todo lo que se pretendía que una obra trágica debía de tener y que diera
todos los mensajes imprescindibles para la educación ateniense. Es éste el
momento más prolífico para las artes, la arquitectura y la filosofía, pero
además, se vive una estabilidad económica y política como jamás se volverá a
ver en la Grecia posterior.
En estas tres obras encontramos de manera constante
uno de los valores más elogiados por esta sociedad: la justicia.
En la Ilíada,
la hallamos en los pasajes en que Briseida es arrebatada a Aquiles por
Agamenón, a pesar de que las mejores dotes
eran siempre para éste último, él sin oír palabras de Néstor, se lleva a
Briseida. Por lo tanto, Aquiles se niega a pelear[29] y después,
a modo de justicia, la mujer le es devuelta al Pelida, pues Agamenón busca que
éste regrese a la batalla y así ganar. Hablándonos del mismo valor, pero
expresándolo de una manera totalmente diferente, lo encontramos en Hesíodo.
Éste comienza su escrito con la fábula
del halcón y el ruiseñor, la cual, precisa, es para los reyes, pues son ellos,
según Hesíodo, los que por excelencia son injustos. En seguida pasa a dar el
consejo: “¡Oh, Perses! Atiende tú a la justicia y no alimentes soberbia; pues
mala es la soberbia para un hombre de baja condición”[30]. Y,
haciendo completo hincapié, le hace ver
que los hombres que se dan al justo proceder no serán jamás presa del
hambre, todo se les dará en sus tierras
y tendrán paz. Por su parte, Sófocles nos muestra, en Edipo Rey, otra concepción de la justicia; aquí Edipo acusa a
Creonte de sobornar a Tiresias para que lo acusara de la muerte de Layo. A
causa de lo cual, Edipo se enfada sobremanera y decide que Creonte debe ser
sacado de la región. Sin embargo, éste le pide que no sea injusto, que él no ha
tenido nada que ver con los vaticinios del adivino, pero Edipo más le increpa y
le pide se retire[31];
después el desdichado Edipo, avergonzado por la injuria falsa que le hizo a
éste, le pide que lo deje irse, que lo destierre para no ver los males que no
escuchó habrían de llegarle y que pensó
habían sido trama del mismo Creonte.
II.
3 Contrastes entre las dos épocas:
valor, virtud y justicia
En la
concepción de la Ilíada y en Edipo Rey encontramos que la injusticia
de los reyes los lleva a la desdicha. Agamenón perdió parte de su ejército, se
vio obligado a regresar a Briseida para que Aquiles retomara la batalla,
mientras que Edipo no pudo escapar de su destino. Es de notar que en esta tragedia
encontramos la ofensa a Tiresias, quien servía de enlace con Apolo y la
humanidad, por tanto, al verse ofendido entendemos que hubo una ofensa al dios,
cosa que Hesíodo, menciona que esto será castigado, pues se pide respeto a las
divinidades. El verdadero cambio lo encontramos en Hesíodo, pues éste vincula
la idea de justicia con un verdadero quehacer laboral, social y religioso,
mientras más exista una balanza de estas tres cosas, mejor será la vida del
humano. Aunque no está por demás decir que el autor de Los trabajos y los días, ya
desde esta obra, condena a los reyes, pues él cree que son los primeros en
violar la justicia y, por tanto, en su consejo, dedica partes importantes para
darles a entender que ellos, por tener en sus manos a las ciudades, deben ser
más cautelosos con sus acciones.
En la forma del castigo encontramos que por entero el
que ejecuta tal acción es siempre el
dios (esto es algo que tienen en común las tres obras) y que las obras de
malvados las carga a veces toda una ciudad[32],
cosa que pasa en la Ilíada con Paris,
quien por quedarse con Helena y las riquezas, no le importaba que Troya cayera.
En estas tres obras se representa muy bien la
visión griega del ser justo para aquél que cumplía con los márgenes establecido
para cada época.
III. CONCLUSIONES
Claro es de
notar, que uno de los más acercados a la concepción de justicia de la cuál
parte Aristóteles es Hesíodo, sin embargo, cada una de las obras trato de
forjar un ἔθος, y en el
caso específico de la Ilíada, también ella trato más de la formación de un ἦθος. Es así como estas obras en base a la mímesis práxeos, atiende a la formación
de un carácter y también en la formación de las costumbres, pues da a conocer a
personajes dignos de imitar y de los cuales se debe de aprender, para no
cometer los mismos errores y así sobresalir de la sociedad en decadencia. Este
punto, que aunque fuera de tono, no hay que dejar pasar. Debemos mirar que
entre Hesíodo y Sófocles, también hubo cierto rasgo de similitud.
Como vemos en Los trabajos y los días,
el autor reprocha los caminos que no llevan a la justicia, diciendo:
“Preferible el camino que, en otra dirección, conduce hacia el recto proceder;
la justicia termina prevaleciendo sobre la violencia, y el necio aprende con el
sufrimiento”[33], y vemos
como se cumplen tales castigos en el
insensato de Creonte, en la Antígona
de Sófocles, cuando éste, por faltar
a las leyes de los dioses, condena a Antígona y por el dolor de su muerte, su hijo se suicida y la madre al saber esto,
no soporta el dolor y se arranca la vida.
Sin duda Grecia, ha sido una civilización que nos ha
dejado muchos preceptos que hemos tratado de seguir para el correcto
funcionamiento de algunas artes, sin temor a equivocarnos, vemos que es el
modelo perfecto de vida occidental, en cuanto política, educación y sistemas
sociales.
En la
literatura actual, se ha perdido esta cuestión moralizante que a la antigua
Grecia caracterizaba y estaba bien marcada. Sin embargo, aún existe esta lectura
ideologizante que nos marca a qué nivel económico y cultural pertenecemos.
Por otra
parte, que no debemos olvidar, se ha ido haciendo un monopolio de la justicia,
pues cada vez son menos los que enseñan con el ejemplo, claro está que estos
serán los que más tarde serán dignos de
ser admirados, y sin duda serán estandarte para algunos que nos resistimos a
perder este bello valor. Desgraciadamente, es de lamentar y hasta cierto punto
de indignar que nuestro sistema que se dice de justicia, no opere con el
ejemplo, dado que ellos se benefician del mismo para evadir la ley. Entonces
¿serán dignos de imitarse?
Otro punto
crítico, actualmente, es que nuestra sociedad ha perdido, de igual manera, la
magia del teatro, que tenía esa finalidad de provocar una purificación y que ha
pasado a ser completamente sustituida por la música. El teatro, actualmente, ha
pasado a ser expresión en segundo plano, es decir, ya no tiene influencia en
éstos ese efecto moralizador que influía el carácter de los ciudadanos, ahora
pareceré que está lleno de clichés, pues recordemos que nuestra sociedad no
frecuenta a este por muchas razones. No obstante, es de destacar que cada una
de estas artes representa muy bien el estado y el gobierno en el que vivimos y
volviendo a ellos podríamos re-pensar nuestra sociedad.
Sin duda,
somos un país en donde los lectores, las humanidades y las artes son una
especie en peligro de extinción y por desgracia la decadencia en la educación y
el triste manejo de las dependencias del gobierno en materia de educación e
impartición de justicia han influido en el incremento de la ignorancia,
enajenación y la separación de las artes y todo ello que nos hace ser humanos,
que es la razón y la creación.
BIBLIOGRAFÍA
CITADA
·
Aristóteles,
Ética Eudemia, trad. Julio Pallí
Bonet, Madrid, Gredos, 1985.
________, Ética Nicomáquea, trad. Julio Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1985.
________, Poética, trad. Juan
David García Bacca. México: UNAM. 2011.
·
Bowra, C.M., La
literatura griega trad. Alfonso Reyes, Fondo de Cultura Económica, 1948.
·
Hesíodo, “Los trabajos y los días” en Obras y fragmentos, trad. Aurelio Pérez
Jiménez, Madrid, Gredos, 1978.
·
Homero, La
Ilíada, trad. Emilio Crespo .Madrid: Gredos. 1991.
·
Lombardo, Giovanni. La estética antigua, trad. Francisco Campillo. Madrid: Visor. 2008.
·
Platón, “Timeo” en Diálogos,
Tomo VI, trad. Francisco Lisi, Madrid, Gredos, 2008
_____, “República Libro X” en Diálogos,
Tomo IV, trad. Conrado Eggers Lan, Madrid, Gredos, 2008.
·
Sófocles, Edipo
Rey, trad. Assela Alamillo. Madrid: Gredos. 2007.
·
Touchard Pierre-Aimé, Apología del teatro, trad. E. Madrid Diez, Buenos Aires, Compañía
General Fabril, 1961.
REFERENCIA ELECTRÓNICA
R.
Crane, Georgy (ed.) Perseus Digital
Library en:
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/searchresults?q=Aristotle (Consultado: sábado 31 de marzo
del 2012)
[1] Giovanni Lombardo, La estética antigua, p. 19-20.
[2] Ibidem.; También: Cf.
Juan David García Bacca, “Introducción a la Poética” en Aristóteles, Poética, p. XXVIII.
[3] Cf. Platón, “Timeo” en Diálogos Tomo VI 41a-d.
[4] Cf. Platón, “República X” en Diálogos Tomo IV, 596b –c, 597 b, d-e.
[5] Id., 599
c-e
[6] Cf.
Id., 596b –c, 597 b, d-e.
[7] Cf. Aristóteles Poética, 1448 a 5-10
[8] Cf. Id., 1448 a 20-23
[9] Aristóteles, Ética Nicomáquea, 1103 a 25-30
[10] Cfr. Aristotle, “Eduemian
Éthics” en Georgy R. Crane (ed.) Perseus
Digital Library, 1220 b. http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.01.0049%3Abook%3D2%3Asection%3D1220b
[11] Aristoteles, Ética Eudémia, 122b 1-5; Cfr. Ética Nicomáquea 1179 b 21-30.
[12] Id., Ética Nicomáquea 1179 b 30-32.
[13] Id., 1102b 37
[14] Id., 1105b-1106b-30
[15] Id., 1098a12-19
[16] Id.,
1116 a20
[17] Id.,1116 b31
[18]Id., 1129 a 6-8
[19]Id., 1129 b.
[20]
Cf. Id., 1130 a 8-11.
[21] Id., 1134 a 30.
[22] Entendiéndolo como una especie
de trama, pues creemos que en la
tragedia se abarca el tema de la formación de un éthos (entendiéndolo como
carácter) a partir de la carga moral que
ésta nos muestra y que es digna
de imitarse, El mýthos, debe entenderse como un plan que los dioses sugirieron para el hombre y de ahí
la formación de un carácter.
[23] Aristóteles, Poética, 1448 a 25-28.
[24] Touchard Pierre-Aimé, “Moral
y religión” en Apología del teatro,
p.67.
[25] Fiestas dedicadas al dios
Dionisios, en estas reuniones se permitía beber el vino viejo, que provocaba,
la embriaguez del pueblo, lo que terminaba siendo orgias, pues el sexo estaba vinculado
con esta purificación, en donde se
liberaban los deseos más reprimidos del ser humano llegando así a la kάqarsiV.
[26] Homero, Ilíada. III. 21-76.
[27] Idem. XVIII. 120-123.
[28] Bowra, C.M., “Homero y Hesíodo”
en La
literatura griega, p. 34.
[29] Cf. Id.
I. 130-427.
[30] Hesíodo, Los
trabajos y los días. vr. 213-215.
[31]
Sófocles, Edipo Rey. vr. 300-679.
[32]Cf. Idem.
vr. 240-243.
[33] Id. vr. 217-219.