Hola a todos:
Les dejo este trabajo que nació gracias al curso del semestre 2013-1 que impartió el Dr. Horacio Cerutti Guldberg y la Mtra. Sandra Escutia Díaz. Fue presentado para aprobar el curso, el cual lo hice satisfactoriamente. De ahí que lo presenté en el Primer Encuentro de estudiantes y pasantes de Filosofía CONEFI-UNAM "Construcción y Ruptura: manifestaciones del pensamiento" en la segunda mesa de Filosofía de la Educación. Al parecer el texto, dentro de la mesa, fue sumamente polémico, cuestión que me deja muy contenta. Si tienen algún comentario siéntanse en confianza en hacerlo. Dejo mi correo: strellina.p8.filos@gmail.com (todo en letras minúsculas) Además de que si desean conocer el texto, que comento en la ponencia, para profundizar en él se los puedo mandar por correo, así que también escríbanme.
Saludos a todos
La Educación Popular Cubana: ¿Podría pensarse un
modelo similar para México?
Introducción
El
presente texto pretende reflexionar sobre la Educación Popular que se lleva a cabo
en el contexto cubano y, por ende, pensar si éste puede aplicarse a un contexto
como el mexicano, para hacer que la sociedad se sienta integrada en su mismo
país, pueda pensar qué es lo que realmente sucede y ser parte del proceso que
busca hacer una evolución en el Estado mexicano. Para ello, en primer lugar
desarrollaré qué es la Educación Popular cubana, después indagaré en qué
implicaciones tendría y, por último, qué nos propondría y qué retos tendríamos que enfrentar.
I.
La Educación
Popular en Cuba
En
primer término tendríamos que decir ¿qué es la Educación Popular en Cuba? El
texto Poder vivir en Cuba nos plantea
que “es una concepción político-pedagógica de la vida. Sus principios -que
enfatizan la construcción colectiva, las relaciones
horizontales, la coherencia entre los contenidos y métodos, la relación
dialéctica y respetuosa entre educador y educando para producir un aprendizaje
mutuo, el ejercicio de la crítica como instrumento liberador, el sentido
político de las relaciones sociales- la convierten en una propuesta política
liberadora.”[1]
Las relaciones horizontales pienso
que se refieren a un modo de educación social que promueve un vínculo:
individuo-grupo-Estado. Con esto me refiero a que en tanto el individuo es
consciente de que pertenece a un grupo llamado sociedad, puede incidir en la
cuestión Estatal a partir de la generación de una conciencia inclusiva para la
participación activa en el Estado.[2]
Por ello es de notar que el desarrollo del Ciclo-Taller se llevó bajo esta
propuesta para crear un diálogo incluyente de la visión de Cuba a sus cincuenta
años de triunfo revolucionario, que aún no está exento de cosas por
corregir.
Es
evidente que a lo largo del texto se habla de los puntos medulares que, a mi
forma de percibir, conciben la noción de Educación Popular, pues desde la
creación del Ciclo-Taller se tiene como objetivo: formar conciencia de lo que
fue la Revolución Cubana y lo que es a sus cincuenta años de triunfo, hasta el
método que fue utilizado para ello: el diálogo permanente entre una parte de la
sociedad, joven y veterana, que tuvo un papel de incidencia reflexiva entre los
que vivieron el proceso y los que nacieron dentro del mismo.
De
aquí, podemos decir que los puntos constitutivos de la Educación Popular van
desde: el diálogo social, atravesando por la generación de conciencias, guiándose
a partir de la génesis de la participación política ciudadana para la búsqueda
de una apropiación que sustente esos ideales democráticos del ejercicio de la
misma, estableciendo una educación por medio de una comunicación cívica
sustentada por el respeto, el debate público y la acción social para encontrar
la nación inclusiva que forme el cuerpo de la ciudadanía “a partir del seno del
cual la libertad de cada cual es condición fundamental para valorar la libertad
de todos”[3].
En
general este texto me gustó mucho. Sin duda puedo decir que la Educación
Popular que se propone y que se lleva como proyecto itinerante desde de la
década de los 80’s, reflejada en el Ciclo-Taller, puede incidir en que la
sociedad se sienta parte de su Estado y posibilita a que, de manera crítica e informada, se ejerza
el pensar sobre aciertos, errores, carencias y virtudes de las situaciones que
se están viviendo a raíz del triunfo revolucionario, el cubano, y también hacer
conciencia de que este movimiento que inicio hace cincuenta años se sigue
construyendo de manera activa mediante sus propuestas y reflexiones. La verdad
me entusiasmó a tal punto de pensar la realización un trabajo de éste tipo en
nuestro país, pero ¿qué implicaciones tendría hacerlo?
II.
¿Qué
implicaría un modelo de Educación Popular en la sociedad mexicana?
Tenemos
que advertir que podemos encontrarnos con visiones conformistas y de no
familiarización hasta con nuestro mismo país. ¿De dónde viene esta cuestión de
conformismo y no familiarización? Me puse a pensar en esta situación lo cual me
llevó a buscar los factores que inciden en esta visión de la sociedad mexicana.
La primera, a mi forma de ver, es la cuestión del forjamiento de la ideología a
partir de la educación formal y la segunda corresponde a una especie negativa
de “educación popular”, la que concibo como una educación en base a la
incomprensión y desinformación cada vez más acentuada de nuestra cultura,
fomentada por los medios de comunicación.
Empecemos
a indagar sobre posibles “preguntas malditas”. ¿Qué es la ideología?, ¿cómo
concibo la ideología? Retomando la tercera parte del texto México los rostros de un Leviatán, el Dr. Piñón dice que ésta es
“la transmisión de los intereses del presente
histórico”[4]
entendiendo, por éste, la narración de
la historia que nos es transmitida por el lenguaje y el entorno social y, a su
vez, “configura nuestra
determinada y específica cultura: arte, religión, filosofía”[5],
es decir, configura una visión y concepción del mundo. También, en este mismo
sentido, Adolfo Sánchez Vázquez tiene una concepción de lo que es la ideología.
Nos dice que “es un conjunto de ideas acerca del mundo y de la sociedad que
responde a intereses, aspiraciones o ideales de una clase social en un contexto
social dado y que guía y justifica un comportamiento práctico de los hombres
acorde con esos intereses, aspiraciones o ideales”[6]. En
ambos sentidos se está aludiendo a una definición que tiene que ver con “[…] su
relación con los intereses de una clase social, no por su relación con el
conocimiento”[7].
A partir de esto, podemos decir que la ideología es el instrumento que el
gobierno tiene para infundir sus intereses. Siguiendo todo lo anterior, nos
encamina para pensar qué se está haciendo en la educación formal mexicana y en
la “educación popular” concebida de forma negativa para el fortalecimiento de dichos
intereses.
En
la educación formal lo que se pretende es legitimar una ideología que
corresponda con el proyecto político que se encabeza para generar una
“civilidad”. Es decir, que la educación se vuelve un instrumento legitimador de
las ideas que el sexenio quiera que creamos y que nos guiemos para generar
nuestro comportamiento. En este sentido, podríamos decir que al gobierno no le
conviene crear ciudadanos críticos, informados, activos, inconformes, sino que
todo lo contrario. Por lo que la ideología que implantan es antagónica a lo que
un ciudadano debería tener para ejercer su uso pleno de libertad de conciencia
y de pensamiento. Siguiendo este mismo tono, la educación formal instruye la
ideología “oficial” a partir de la manipulación de la materia más importante de
todas, en el aspecto social de nuestro país: la historia. Pues existe un gran
ejercicio de monumentalidad de
ésta. Me refiero a la idea de historia monumental que nos explica
Nietzsche en su texto Sobre la utilidad y
los perjuicios de la historia para la vida en el cual dice que: es la que
persigue un objetivo en tanto que el ser es activo. Es la inscripción en y para
la memoria colectiva. Evoca sucesos pasados que fueron positivos en la
Historia, tener un incentivo del mismo, para traerlo al presente. Son, pues,
los máximos momentos de la Historia “idealizados” como un modelo de aspiración
y de impulso para la humanidad. Ésta “huye de la resignación y utiliza la
historia como remedio contra ella.”[8] Propone que lo grande debe ser eterno, lo que
suscita, dice Nietzsche, la más terrible de las luchas. Por lo que se recurre a
ésta “cuando un hombre, que desea realizar algo grande [y] tiene la necesidad
del pasado, se apropia de él mediante la historia
monumental.”[9]
Por
su parte, “la educación popular” que se da en México, y la cual concibo de
manera negativa, es la que termina de confirmar la ideología que se fomenta en
la educación formal. Me refiero a que todo lo que es relativo al pueblo de
México se basa en cuestiones de desinformación desde nuestra cultura hasta de
las cuestiones referentes a la situación real del Estado. Además del fomento
que se le da de otras “ideas culturales” que no nos pertenecen y para ellas sí
hay una amplia difusión. Y
sumémosle también, el trabajo de los medios de comunicación y su vínculo con la
política, pues éste es el gran “aparato de dominación por excelencia” cuya
función es dispersar la atención y “entretener” al pueblo, diciendo que debe y
que no debe saber la gente, a partir del doble discurso: el público y el
político.
Ante este panorama mexicano, lo que cabe
preguntarnos es ¿qué nos podría proporcionar el buscar aplicar un concepto
positivo como el de Educación Popular cubano? y, por ende responder también a
¿cómo lo podríamos hacer y qué retos tendríamos que enfrentar?
III.
¿Qué nos
proporcionaría un modelo de Educación Popular positivo?: Conclusiones
Haciendo
un contraste en ambos contextos de Cuba y México, es evidente que estamos
hablando de visiones e ideologías totalmente distintas, pero el fomento de una
criticidad, diálogo social, la generación de conciencias, la participación
política ciudadana, una comunicación cívica sustentada por el respeto, el
debate público y la acción social, tanto en el contexto cubano como en el
mexicano siempre son de ayuda, para la sociedad que es un ser político. En este
sentido, la ideología de los intereses gubernamentales mexicanos es una, la
cual nos es infundida dentro del sistema educativo. ¿Cuándo fue que la
educación se convirtió en el instrumento más importante para instaurar lo que
la gente debe pensar como dogma? No sé eso con certeza, pero lo que sí sé, al
igual que otros pocos, es que la
educación se está convirtiendo en aliado de la instauración ideológica del país
a partir de un uso perjudicial de la Historia de nuestro país, pues se busca
hacer una univocidad en la visión del mundo en vez de comprendernos de manera
plural, pues parece que aquél que no coincide con la visión única del mundo
mexicano es diferente e inferior.
La
sociedad mexicana tiene que incluirse en México, pero no de manera unívoca,
tenemos que comprendernos a partir del conocimiento real de nuestra Historia,
esa que nos da pautas para saber lo que somos, lo que hemos sido y lo que
podemos seguir siendo o darnos la oportunidad de cambiar las cosas que no
queramos seguir haciendo. México debe conocerse como los muchos Méxicos que ha sido, pues como dice el
Dr. Piñón, en su capítulo segundo que corresponde a la tercera parte de su
texto México los rostros de un Leviatán,
debemos comprender la pluriculturalidad
que nuestro país tiene y que sigue teniendo, dejar de negarnos, dejar de
someternos y de acatar lo que se busca imponer. Se debe tener conciencia
histórica de ese amalgamamiento de tradiciones europeas e indígenas que se
pueden traducir en sincretismos tanto: político, cultural y religioso. Por ello,
el Dr. Piñón nos da la alternativa de ir a buscar, estudiar y a pensar a esos Méxicos que aún no hemos volteado a ver,
que no sólo nos quedemos con una idea de “historia oficial”, que volvemos al
mismo punto, está justificando un proyecto político y responde a ello su
filtración y manipulación.[10]
Es
evidente que hay retos a los que se les debe hacer frente. En primer lugar,
tendríamos que buscar la forma de fomentar la cuestión histórica, estudiada por
especialistas que en verdad están comprometidos con la difusión de los hechos
reales, es decir que se encuentren sin manipulación para así hacer círculos de
lectura y llevarlos a toda la gente. En segundo lugar, fomentar una concepción
de historia crítica[11]
nietzscheana que es aquella, la cual, es necesaria para disolver el fanatismo
sobre el pasado. En palabras de Nietzsche: “es la que logra traer éste hacia la
justicia para poder someterla a un interrogatorio minucioso, ya que, el pasado
siempre merece ser criticado”, a partir de una buena información de
éste, para así darle paso a lo nuevo. Nos propone una especie de olvido, el que
hace posible la acción, es esa suspensión de ideas del pasado como lo mejor que
se añora, para así dar paso, a través del olvido, a la vida misma, a esa
transición de lo pasado a lo presente. Ésta nos permitiría interactuar con la Historia
a partir de interrogatorio, de contrastes, de la búsqueda de semejanzas y
diferencias para que así se pueda dar el ejercicio de criticidad por parte de
la gente que va informándose.
A
partir de esos retos y de cómo se vayan ejecutando, de manera paulatina y con
un seguimiento real, podemos llegar a soñar con aplicar una noción de Educación
Popular que vaya desde el diálogo social, atravesando por la generación de
conciencias, guiando a partir de la génesis de la participación política
ciudadana para la búsqueda de una
apropiación sustentada en esos ideales democráticos del ejercicio de la misma,
estableciendo una educación por medio de una comunicación cívica sustentada por
el respeto, el debate público y la acción social para encontrar la nación
inclusiva que forme el cuerpo de la ciudadanía, pues el fenómeno educativo
tiene que ser el aliado de una criticidad para la conciencia social que nuestro
país necesita.
[1] “El principio: ser breves” en Poder
vivir en Cuba. Diálogo y propuesta a partir del Ciclo-Taller Vivir la
Revolución a 50 años de su triunfo, La Habana, Instituto Cubano de
Investigación Cultural Juan Marinello, 2011. (pie de página n° 2) p.12.
[2]Cfr.
José Bengoa, “La educación popular para los movimientos sociales” en Van Dam,
Anke et, al. Educación popular en América
Latina: la teoría en la práctica, La Haya, Centro para el Estudio de la
Educación en Países en vía de Desarrollo (CESO), 1998. 7-42.
[4] Piñón Gaytán, Francisco. México los rostros de un Leviatán poder, libertad, democracia,
México, Plaza y Valdés, 2012. p 104.
[6] Sánchez Vázquez, Adolfo. Ensayos marxistas sobre filosofía e ideología, Barcelona, Océano,
1983. p. 145.
[7] Villoro, Luis. “Adolfo Sánchez Vázquez : El
concepto de ideología”, En México, entre
libros. Pensadores del siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica- El
Colegio Nacional, 1995. p. 148.
[8] F. Nietzsche,
Sobre la utilidad y los prejuicios de la
historia para la vida, digitalizado por Librodot.com, http://www.librodot.com, pg. 8
[10] Cfr. Piñón Gaytán, Francisco. “Hacia una
filosofía intercultural (¿nueva propuesta para un viejo problema)” en op.cit., p. 119-126.